La Cofradía de los Costaleros

Una de las misiones de la literatura es entretener, y Pérez-Reverte en sus novelas lo consigue. Por eso, decir que es un barbero escribiendo lo encuentro malicioso («mea culpa», perdóname, Poseidón), aunque en ocasiones le sobren páginas, como las prolijas explicaciones técnicas sobre coordenadas náuticas de «La carta esférica». Pero que la Universidad de Murcia intentara consagrarlo en un congreso monoautor en el que se le llegó a comparar con Cervantes, eso sí que fue un verdadero barberismo de marinero de agua dulce, que una cosa es entretener y otra, muy distinta, ser un genio del lenguaje.
Fue entonces cuando me lo presentó José Belmonte, el organizador del congreso, quien me había propuesto ofrecerle a su amigo Arturo la presidencia del jurado del certamen literario del Ayuntamiento de Benferri. Nada más conocerlo (en aquellas fechas yo aún lo leía y me sentía orgulloso de tener a un paisano oficiando de sumo sacerdote en la misa de la literatura, de la que todavía no conocía la mitad), me vino a la memoria un artículo suyo en el que dijo que, a veces, es preferible no conocer a los autores cuya obra admiramos. Lo más gracioso no fue el tono de adolescente engreído con el que declinó la oferta, sino la grosería con la que trató a Belmonte, más propia para dirigirse zafiamente a un súbdito que a un amigo; súbdito que, viendo venir el temporal, se calló que la idea era suya y me dijo a mí que dejara en paz a Dios, pues éste ya tenía bastante con su obra para andar ocupándose de apostólicos quehaceres.
Esas cosas pasan porque escritores como de Prada o Eslava Galán, mejores que él, lo entronizan llamándole «maestro» (lo que a los demás, dicho sea al paso, nos viene muy bien para crucificarlo). La vanidad es humana: es comprensible que él se deje idolatrar; también el proceder de éstos, que al amor de esa procesión ganarán, supongo, su bendición. Detrás van los otros costaleros, más provincianos, que, al compás del tambor de Belmonte, el hermano vara de las letras murcianas, apuntalan la cola de esta patética hilera, pugnando por situarse en un puesto de cabeza.
Y la Semana Santa a la vuelta de la esquina. ¡Viva el Carnaval!

Joaquín Botella García
Secretario del Ayuntamiento de Benferri

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