Un viaje es como pasar páginas a un libro

Charles Baudelaire (1821-1867)

Si fuéramos a juzgar por los libros que colman los anaqueles de las librerías, nos enfrentaríamos con una masa de lectores que no compagina con las estadísticas que aparecen de vez en cuando en los medios de comunicación. De todas maneras, consuela ver a personas engolfadas en la lectura o a amigos que confiesan: «yo nunca me pierdo lo que escribes en El Periódico». Pero se trata de minorías. Entonces, ¿a qué viene ese negocio imparable de publicar libros y más libros, revistas y periódicos, si lo que faltan son los lectores? A su pesar, he pretendido ver la conexión de la lectura con los viajes como desarrollos del pensamiento.
En el caso del poeta Baudelaire, que escribió un poema bajo el título de «Invitation au voyage», se trataría de la lectura de versos cortos marcando el ritmo de los altibajos de las antiguas diligencias por los caminos de tierra apisonada para evitar los trompicones. Con su lectura, nos invitaba a hacer un viaje imaginario que Henri Matisse ilustró en su cuadro «Lujo, calma y deleite», animándonos a recorrer países soñados que han sido hollados por pasadas generaciones, sobre todo si se tratara de surcarlos a través de un viaje por la mar. Simplemente imitaríamos, como por instinto, a las aves migratorias, siguiendo caminos marcados por las estrellas o por el sol y la luna, que proyectaron vías utilizadas desde tiempos prehistóricos. En el caso de Charles Baudelaire, pretendía más bien seguir un turismo de conveniencia con Marie Daubrun, que tuvo que cambiar de rumbo hacia la Italia de los sueños hacia 1884 y no pudo acompañar al poeta en su viaje imaginario a Holanda, que, por aquellos años, personificaba «Calma, limpieza y bienestar», un turismo de conveniencias para personajes que cambian de rumbo según soplen los vientos.
Yo admiro más a quienes imitan el comportamiento de las aves en sus viajes migratorios obedeciendo a caminos instintivos de supervivencia grabados a base de memorias seculares que no hacen cambiar los caminos secretos de la Naturaleza. Algunos lo hacen o bien enfrascándose en la compañía de un libro o en la contemplación de la Naturaleza, que les enseñará los secretos de la Vida. «Viaja en la juventud para aprender y más tarde para experimentar», comentaría sabiamente Francis Bacon, pasando hoja a sus impresiones para poder luego ribetearlas en el libro de los ensueños.

HECHOS Y DICHOS
La poesía es más profunda y filosófica que la Historia. Aristóteles

ENSEÑANZAS DE PANCHATATRA
Si no aprendes a leer las maravillas de la Tierra serás como una rana caída a un pozo.

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