¡Vacas gordas: vacas flacas!

Echando una mirada retrospectiva hacia la década de los 70, aún me parece ver a aquel grupo de hermanos, gorditos, simpáticos, que sobre el escenario hacían cabriolas, como si sus cuerpos fuesen de goma: los «Jackson Five». Esos muchachos tenían unas voces preciosas y llevaban el ritmo con gracia admirable. Ahora, en 2008, me pregunto: ¿qué ha sido de ellos? He podido averiguar el camino que cada uno de los ocho hermanos ha seguido: la mayor, Robbie, se casó con un empresario rico. Latoya y Jannet ya sabemos que están en activo, sobre todo la 2ª, que protagonizó el espectáculo de dejarse un seno al aire, por lo que fue sancionada. Jackie (componente del grupo), tras varios negocios fallidos, vende ropa por Internet y es manager de sus hijos. Tito toca con un grupo, cobrando una miseria. Jermaine, arruinado, ahora vive con sus padres, y tiene deudas millonarias con su Gobierno. Marlon está de reponedor en un supermercado. De Michael, ¿qué os voy a decir? Todos conocemos su historia de supuesta pedofilia y el problema con su rancho, Neverland. Si nos remontamos a Joseph y Catherine, sus ancianos padres, también parece que cojean del mismo pie. Lo que no se entiende es cómo una familia con tan buenos artistas se vea arruinada; pero hay gente a la que se le sube la fama a la cabeza y no son previsores, sino que viven a lo grande, sin escatimar. Cuando llega el agotamiento de la gallina de los huevos de oro, se dan cuenta de que tienen los bolsillos vacíos. Lo peor es que ellos han vivido en la grandeza, con miles de amigos que les daban palmaditas en la espalda, y ven que los que les lisonjeaban se retiran de ellos como los buitres al abandonar la carroña. ¡¡Señores, en las vacas gordas hay que guardar para cuando llegan las flacas!!

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