Pensamientos y opiniones se refuerzan si convergen

Blaise Pascal (1623-1662)

«Soplar dentro de una caña no es tocar la flauta», había dicho Goethe refiriéndose a que una opinión no implica necesariamente que haya sido sopesada con el filtro de la reflexión. Solemos movernos más por la fuerza de los vientos exteriores que por la calma que crea el pensamiento sosegado, y Pascal admitía que «si la fuerza es la reina del mundo es porque la opinión y no el pensamiento suele utilizar la violencia».
Blaise Pascal contribuyó con infinidad de experimentos al avance se la ciencia y hasta su hijo homónimo Blaise fue capaz de escribir un pequeño tratado sobre los sonidos de los cuerpos en vibración a la edad de 11 años. Pero al final de sus días el filósofo francés lo abandonó todo para entregarse a la contemplación del pensar puro, aunque refugiando su mente en las teorías exóticas de Port Royal: «Solemos distraernos recurriendo a los pasatiempos o arropando nuestras opiniones», pensaba el filósofo, «para evitar tener que enfrentarnos con nuestras ideas, porque lo importante en todo ser humano es ser consciente de que piensa», que Temístocles ya había expresado como «todo lo razonable ya ha sido ideado, pero hace falta que volvamos cada uno de nosotros a descubrirlo».
La más célebre obra de Pascal apareció publicada en 1670, diez años después de su muerte, y hay infinidad de opiniones sobre su importancia: Imprescindible, dirán unos; inacabada, pero logrando a veces con un mínimo de palabras describir lo «irrepresentable», dirán otros. Pascal no pretendía que sus «Pensées» fueran propuestas, sino temas de reflexión, y son célebres porque nos hacen reflexionar. Lo han logrado muy por encima de la mayoría de las obras de filosofía. Independiente, nunca ligero, hacía que sus reflexiones fueran madurando antes de plasmarlas en «sentencias» no adivinatorias sino interpretativas de lo que pasa por nuestra imaginación y no queremos que se pierda. Se ha dicho de su obra que no sobra nada y que si algo falta es que nos detengamos a leerla.
Cuando contradecimos a otros suele ser porque no estamos del todo convencidos de lo que opinamos, pensaba él, y cuando cedemos suele ser porque ya estamos cansados nosotros mismos, de reflexionar, aunque para que no nos afecten las opiniones de otros habrá que rumiarlas suficientemente como para separar la paja del trigo.

HECHOS Y DICHOS
Las opiniones pueden resultar peligrosas cuando a alguien le da por obrar según ellas.  George Bernard Shaw

ANÓNIMO
El ser humano prefiere no quedarse solo en sus opiniones, pero su silencio puede indicar ya un parecer.

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