El liberalismo de doña Esperanza

Liberal se define la presidenta de la Comunidad de Madrid, como paradigma de la derecha española. El liberalismo es una filosofía política que, sobre todo, «salvaguarda la libertad del individuo». Si partimos de esta primera premisa, entendemos que el liberal no sólo salvaguardará su propia libertad, sino la de los individuos que la rodean. En este caso, la presidenta de la Comunidad de Madrid es obvio que salvaguarde la libertad de todos los madrileños; sin embargo, doña Esperanza no salvaguardó la libertad del médico de Leganés, en tanto en cuanto no había sentencia condenatoria. Poco tardó en destituir al médico responsable de Urgencias del hospital de Leganés, sin haberse manifestado la justicia. Puedo entender que le hubieran apartado hasta que saliera la sentencia, pero salió la sentencia y no le volvieron a ratificar en su puesto, ni tan siquiera le pidieron perdón ni excusas. Ése es el liberalismo de doña Esperanza. De Tele-Madrid, echó a un buen periodista que no aceptó injerencias. Ya quisiera esta señora parecerse  a los constituyentes liberales autores de la primera Constitución. Éstos sí creían, luchaban y morían por la libertad de los individuos. Ése no es el liberalismo de doña Esperanza. Esta señora está acostumbrada a ser el eje central de todos los mentideros, «la muerta en los entierros y la novia en las bodas». Recordemos la que organizó cuando se sentó junto al Rey en una comida y le vino a decir que por qué no se bajaba la tensión con el señor Jiménez de los Santos. El Rey, obviamente, se enfadó con la señora, dado que este señor es uno de los que más atacan a D. Juan Carlos, invitándole a que renuncie a favor de su hijo. Es clara la defensa de la señora hacia este señor, dado que es uno de sus apoyos mediáticos, junto con otros medios de comunicación. Éste es el liberalismo de doña Esperanza, apoyada por la derecha más rancia y ultramontana de España. Era preguntada recientemente esta señora si llegaba bien con su sueldo a fin de mes y tuvo el despropósito de decir que le costaba trabajo llegar a fin de mes. ¿Cómo es posible que esta persona se ría de los españoles de esta manera, cuando su sueldo no lo gana el 99’5% de los españoles? A su gran enemigo de partido, señor Gallardón, le ha hecho la vida imposible, negándole «el pan y la sal». Recordemos que no le dejó presentarse como candidato a la presidencia del PP de Madrid, como tampoco como candidato a diputado por Madrid. El otro día comentaba que, como mujer, se sentía muy orgullosa de los puestos que había conseguido, siendo  la primera mujer en ocuparlos; sin embargo, quedará totalmente frustrada por no ser presidenta del Gobierno, ya que ninguno de los líderes y barones del PP la apoyarán, y, desde luego, el puesto que sí tendría una verdadera ilusión en ocupar sería de Ministra de Guerra. Bien digo de Guerra y no de Defensa, dada su «españolidad y el ardor guerrero». Doña Esperanza dice que su partido no es homófobo y que apoyan a todos los homosexuales… ¡Que se lo pregunten a las bases del partido! Decía Jesucristo que «por vuestros actos os conocerán». En el último congreso del PP, como pieza fundamental del grupo de los críticos, se la ha visto muy fuera de su «salsa», llegando a decir que se sentía como «verso suelto del PP». Acaba de destituir al señor Lamela, consejero ahora de Transportes y antes de Sanidad, cuando el caso Leganés, en que destituyeron al médico de Urgencias y parecían «uña y carne». No le ha temblado el pulso y lo ha destituido junto a otros consejeros, por ser «marianistas». Así es el liberalismo de doña Esperanza.

Joaquín Garrido Mena

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