La mirada del horror

 

El pasado jueves, en los noticiarios del mediodía, con la comida aún caliente sobre la mesa, se nos sirvieron unas imágenes escalofriantes. Las de una lancha neumática que había llegado a Almería, con ilegales, y que, tras una travesía de 4 días por el estrecho, habían perdido 15 compañeros, 9 de ellos niños. Sólo éste que veis en la foto se salvó. Qué dolor y desesperanza por el futuro tiene que sentir una madre, para arrastrar desde el corazón del África subsahariana a sus hijos y llevarlos a una muerte casi segura. Por frecuentes, estas noticias nos dejan indiferentes, y seguimos comiendo, pensando que nuestros hijos están bien y no les falta de nada.
En esos mismos noticiarios y el mismo día, se daba la noticia de que el G-8, grupo de los países más poderosos del mundo, junto con China y la India, léase Bushes, Sarkosyes, Merkeles… Y un «Benito» Berlusconi, que parece sacado del museo de cera con tanto retoque, se reunían en una isla japonesa, «libres de pecado y protegidos de toda perturbación» (como dice un pasaje de nuestra Misa católica), para hablar de sus cosas, subirnos el petróleo, bajarnos los pantalones, irse de geishas (que son unas putitas muy finas, que la cogen con papel de fumar), y poco más. Eso sí, después de pasarse por el Arco del Triunfo la ampliación de ayudas al Tercer Mundo, o negarse a cesar las emisiones de CO2 por el cambio climático, se dieron una pantagruélica cena con 19 hermosos platos, 19… y mientras, Ahmed, el niño de la foto, preguntándonos lo mismo que el poeta… ¡y tú me preguntas qué es la crisis! …la crisis soy yo.
La verdad que, a veces, dan ganas de desenchufar el sol y empezar de nuevo.

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