Guerra y paz como espectáculo

Liev Tolstoi (1828-1910)

El tema de la guerra y la paz es uno de los tópicos de la prensa, de la literatura y del arte. Pero llegará a ser espectáculo mayormente en el cine, con secuencias de soldados que se retiran de los campos de batalla mientras seres inocentes han sido sus víctimas reales.
Esta última semana, por ejemplo, nos han puesto en versión original inglesa, con subtítulos en español, el film de Charles Vidor: «A farewell to arms» (1957) (Adiós a las armas) con el tema de su agresividad dentro del paisaje idílico de los Alpes. La desgracia de la guerra está, diría Ortega y Gasset, en que no resuelve los problemas porque mueren los buenos («the goodies») y deja vivos a los malos («the baddies»), en versión inversa a las películas del oeste. Y, sin embargo, abundan las alabanzas sobre las proezas de estos antihéroes, llegando Napoleón Bonaparte a afirmar que «la guerra es para el hombre un estado normal», u Homero que en sus sagas sobre Ulises tras las guerra de Troya mantenía que «el hombre se cansará de todo, de dormir, de amar o de bailar antes que de hacer la guerra»; Quevedo no se les queda muy a la zaga: «la guerra es de por vida en los hombres, porque es guerra la vida, y vivir y militar resulta la misma cosa».
Pero hay otra logística en el pensamiento del ser humano, cuando se llega a las raíces de su comportamiento creativo, como sería el caso del Conde de Tolstoy, de familia arstocrática, Liev Nikoláievich, que nos ha dejado personajes entrañables en sus novelas, pero si alguna va a resistir el paso de los tiempos será sin duda la heroína Natasha Rostov de su novela «Guerra y Paz», logrando con ella mantener todo lo que aprendiera sobre paz y seguridad a pesar de los estertores de las guerras, porque, según él, el resto no constituirá más que apéndices a lo que nos aportan el amor y la seguridad en nuestro desarrollo humano; y, sin embargo, resulta curioso que sea más fácil describir los horrores de la guerra que el goce de la paz, que parece eludir todo tipo de fácil definición.
Pero volviendo a las vivencias que se contraponen entre vivir en paz o sufrir la guerra, Groucho Marx se mofaba del concepto mismo de valor soldadesco: «hay una contradicción entre los términos «inteligencia» y «militar»», aunque Martín Luther King será aún más explícito: «La guerra nos acerca a la muerte del espíritu».

HECHOS Y DICHOS
Yo nunca acepto condecoraciones porque no creo en la guerra.  John Lennon

SE DIJO QUE DECÍA STALIN
La muerte de una persona es una tragedia, pero en la de millares se hablará más que nada de estadísticas.

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