Camino de la esperanza

Como en estos últimos once años, se han celebrado en nuestra ciudad las duodécimas Jornadas Teológicas, patrocinadas por la Parroquia de la Inmaculada y el Excmo. Ayuntamiento, concretamente los días 20, 21 y 22 del presente mes, a las 8:30 de la tarde y, como viene siendo también habitual, en los salones del Palacio de la Música. Tengo que decir que, cada año, la asistencia de público es más numerosa, pues el aforo estaba completamente lleno e incluso algunas personas permanecieron de pie, y es que, aunque los medios de comunicación no se hacen eco de ello, cada vez son más las personas que buscan una espiritualidad que parece perdida, con el ánimo de llenar sus vidas y darles sentido a las mismas.
En este año, designado como Paulino, debido a que se estima, según los datos históricos en poder de la Iglesia, que hacen dos mil años del nacimiento de San Pablo, pilar de nuestra Iglesia, junto con San Pedro; las jornadas han sido destinadas a la persona de dicho santo, habiendo sido tratadas de forma extraordinaria por el ponente D. José Román Flecha Andrés, sacerdote, doctorado en Teología Moral por universidades de Roma, escritor y vice-rector de la Universidad Pontificia de Salamanca. Persona conocida por su saber en EEUU, Sudamérica y Europa, donde viaja continuamente invitado a las distintas universidades y colegios católicos, ha colaborado con muchos programas de nuestras televisiones, especialmente en los referentes a la historia de la Iglesia.
D. José Román nos ha trasladado a los momentos en los que los galileos o nazarenos, como así eran llamados los primeros seguidores de Jesucristo, eran perseguidos por los poderes religiosos y políticos (fariseos) de Israel, entre cuyos perseguidores se encontraba el fariseo Saulo (posteriormente San Pablo), que vio, con agrado, cómo lapidaron a San Esteban, diácono de los Apóstoles y predicador del Evangelio.
A través de sus explicaciones, basadas en textos bíblicos e históricos, hemos podido vivir cómo San Pablo pasó de perseguidor a perseguido, pues, tras su  «encuentro con Jesús»  y tres años de profunda reflexión en el desierto de Arabia, Pablo fue requerido, junto con Bernabé, por el grupo de nazarenos de Antioquía de Siria, tercera ciudad del imperio romano, junto con Roma y Alejandría; para que fuesen los Apóstoles encargados de llevar la Buena Noticia (Evangelio) a los gentiles y paganos, por lo que, gracias especialmente a Pablo, nosotros hemos recibido el cristianismo en Europa, siendo en Filipo, provincia de Macedonia, donde nació, a través de Lidia, la primera conversa europea de donde nos comenzó a llegar el cristianismo.
San Pablo, a través de sus cartas y escritos, trata de llevarnos, como el mismo dice: «Quiero que seáis seguidores míos, como yo lo soy de Jesucristo. Él trata de hacernos llegar la espiritualidad de Jesucristo a nuestros corazones, pues no solo con la observancia de la Ley será suficiente para salvarnos, sino dándole plenitud a la misma a través de la fe, la esperanza y la caridad, pues, como él mismo dice, “Puedo realizar muchas cosas, pero, si no tengo caridad, nada soy”». San Pablo, más que seguidores, nos recomienda ser imitadores de Jesús, pues es el «Camino» que Él nos enseña.

Carlos García

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