Bono versus Gallardón

Joaquín Garrido Mena
Militante socialista

Tanto monta, monta tanto Bono como Gallardón. Son dos personajes muy peculiares con signos políticos diametralmente opuestos: uno del PP, alcalde de Madrid, y el otro, presidente del Congreso de los Diputados, del PSOE.
Lo paradójico de estos dos personajes es que uno, siendo de derechas, representa el ala de la izquierda en su partido, y el otro de izquierdas, representa el ala derecha del suyo, los dos son más queridos en los partidos de la oposición que en los suyos propios. Ideológicamente, creo que es más lo que les une que lo que les separa.
El dislate se produce cuando el «hermano» Bono (según palabras del diputado socialista Juan Barranco) quiere hacer una propuesta, para poner una placa en honor a Sor Maravillas, al estilo de las placas que se colocan a determinados personajes de la ciencia, la cultura, el arte, etc., por haber nacido en ese lugar.
Pues bien, que sepamos, Sor Maravillas nació en 1891 y el Congreso de los Diputados fue inaugurado en 1850, en tiempos de la Reina Regente María Cristina y su hija Isabel II.
Lo que ha ocurrido es que el Congreso de los Diputados se amplió recientemente y en una de las antiguas casas que se derribaron, adjuntas al Hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo, había nacido Sor Maravillas. Por lo tanto, no nació en lo que todos los españoles conocemos como Hemiciclo.
El señor Bono políticamente lo había hecho muy bien mientras estuvo de presidente de su Comunidad Autónoma, pero cuando salió para dedicarse a la política nacional la fastidió. Fue Ministro de Defensa y al cabo del tiempo dimitió, alegando problemas personales. Al poco tiempo, se celebraban elecciones municipales en Madrid y el presidente le pidió que aceptara ser candidato a dichas elecciones, pero no aceptó, porque evidentemente era «caballo perdedor» frente a Gallardón.
Por fin, lo que sí aceptó fue un «caramelo», ser presidente del Congreso de los Diputados, segunda figura Institucional de España después del presidente de Gobierno y sin demasiados calentamientos de cabeza. Hay que estar, sr. Bono, «a las duras y a las maduras».
Yo propongo, para que los dos partidos mayoritarios estén contentos: cambiémosles a estos personajes de signo político. Imaginemos por un momento a Doña Esperanza (por cierto, hoy conocida por «sálvese quien pueda»), con qué expresión de alegría recibiría que su compañero del alma se pasara al PSOE, y viceversa.

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