¿Otra vez «anti»?

Efectivamente, no voy a reflexionar sobre nada ni a marcarme ningún artículo que verse sobre un análisis político de los últimos comicios. En primer lugar porque no soy analista de nada, pero de nada; y en segundo lugar porque hay gente más sesuda que yo y encima son torrevejenses por los cuatro «costaos». Bueno, y en tercer lugar, porque uno ya no está para hacerse pajas ni tan siquiera mentales. Y como eso, al mismo tiempo me da un poco de miedo y de grima, pues lo dejo para otros. Dicho lo cual, cabe ahora puntualizar, una vez más, que me quedo sobrecogido con el calificativo de «antitorrevieja», y quiero suponer que ha sido un verdadero lapsus y no una mera maldad política. Eso me retrotrae a tiempos ya muy pasados, muy judicializados y muy entrerrejas. Ahora toca pasar página y dialogar para buscar las mejores soluciones entre todos, a ser posible, para levantar esta ciudad tan decaída, tan ladrillera, y tan codiciosa por el dinero que, viniera de donde viniera sería bien recibido, como dijo el otro. Ay, de ahí nuestra enfermedad colectiva, nuestra negra venda en los ojos. En fin, diversas fuerzas políticas con representación municipal que tendrán que negociar, pactar, sentarse a hablar y sobre todo tratar de cambiar las formas de gobernar. Porque, insisto, ahora se trata de gobernar, no de mandar. Creo recordar que antes se mandaba, y mucho, pero se gobernaba más bien poco, según mi modesto ver y entender y observar de la realidad en la que estoy viviendo. Y estoy con José Manuel cuando escribe, muy bien por cierto, sin molestar a nadie, sin dañar a nadie, que se debe acabar con la soberbia como forma de mandar. Uf, qué dos palabrejas: soberbia y mandar. Yo, que quiero acabar este artículo de forma directa y sincera, y por supuesto sin menospreciar ni dañar a nadie, lo diré de la siguiente forma (ay, aquellos comentarios sin maldad de mis buenos tiempos): he acabado un poco hasta los huevos (o un mucho, según se mire) de tanta soberbia y de tanto mandar. Así que a gobernar, que son dos días. Suerte para todos y hasta la próxima entrega.

PD: Ah, casi se me olvidaba: el gesto histórico de Angel Sáez, siempre tan noble como generoso, simplemente genial.

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