Los libros de texto del banco del amor

Me ha salido así de chulo el título pero no sé si el texto encajará bien. Veamos. Las imágenes del banco del amor no sólo han dado la vuelta al mundo en unos minutos, sino que, además, han sido como un libro abierto, pero no un libro de texto. Movimientos juveniles a la vida, sin más. Unos jóvenes que, por mala costumbre y mala educación, han hecho lo que les ha salido de las pelotas, y esta vez despelotados. Un mensaje claro y contundente de la falta de valores, tanto por la exhibición como por la eficacísima distribución de las imágenes. Un banco de la plaza Waldo Calero, antaño «la Plasa de la Roja», que ha cogido una fama internacional. Igual que determinados personajes que, con mala baba o mala leche, o ambas cosas a la vez, ya van aireando que con nuevo gobierno no funciona ni la ética. Esos mismos que no hablan de que el Teatro Municipal se va a cerrar hasta que no se solucionen sus deficiencias, que no son pocas; o que el Archivo Municipal está sin contrato pero pagándose por su alquiler una abultada cantidad; o los múltiples kioskos de playa o locales varios sin licencia de apertura ni concesión administrativa, o con irregularidades en el aforo… Pero es evidente que cada palo debe aguantar su vela.
Y para colmo de todos los colmos, las diputaciones de Alicante y Castellón rechazan las ayudas para libros de textos que el Consell ha impulsado (pero siguen sin reducirse las retribuciones oficiales, oiga, que son un pico), por el simple hecho de que no les han consultado. Eso sí, gastarnos otra buena pasta (que hay que hacerlo cuando se puede) en la dichosa vuelta ciclista a España (que, por cierto, no sé dónde están los beneficios para la ciudad o para la Diputación) ha sido todo un lujo. Creo, sin más, que estamos perdiendo el norte, si es que alguna vez se ha tenido. Con este pensamiento os dejo. Salud.

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