Más de un siglo de incomprensión

El 10/4/1908 nació Miguel Frías (Miguel de Molina), hijo de Miguel Frías y Josefina Molina, que tuvieron 2 hijos más. El padre padecía epilepsia, y fue su esposa la que trabajó para sacar adelante al marido y los 3 hijos. Miguel era mal estudiante y lo ingresaron en un reformatorio, pero lo suyo era el cante, baile y tener siempre en los labios esa sonrisa encantadora y vivir el embrujo andaluz. Un día se escapó del internado, yendo al teatro Vital Aza; aquel mundillo lo fascinó, hasta el extremo de manifestar: «Fue amor a primera vista que me corroería mientras viví. Ese día decidí ser artista». A los 13 años dejó la escuela y se fue, solo, a Málaga, Estepona y Algeciras, trabajando en lo que salía, para quitar una boca que alimentar en su familia. Trabajó en un burdel como chico de los recados. Pepa, la dueña, viendo su talento y alegría, lo llevó a la 1ª fiesta del «cante jondo», en Granada; espectáculo organizado por Manuel de Falla y Federico García Lorca, quedando Miguel prendado del poeta. Murió Pepa en 1927 y Miguel se fue a Sevilla, organizando fiestas flamencas. A los 20 años tuvo experiencias sexuales con un artista árabe, muy famoso en esa época. El artista nunca ocultó su condición de homosexualidad, teniendo por ello graves problemas, pues las mentes cerradas de muchas personas (como ahora, después de más de cien años) le creían enfermo. En vista de que su arte era manifiesto, se trasladó a Madrid en 1930, actuando con Soledad Miralles (artista de moda). Juntos interpretaban «El día que nací yo», «La bien pagá», «Triniá», «Ojos verdes» con Magdalena (Pastora Imperio) y «El amor brujo», de Manuel de Falla, en 1924. Luego actuó muchos años con Amalia de Isaura. Miguel estaba en tan alto escalafón, que ganaba cada dia 5 mil pesetas (30 euros).

Continuará…

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