El emprendedor

En mi artículo de la quincena anterior, quedé emplazado con ustedes para continuar hablándoles sobre lo que es un pueblo emprendedor. En el puente del 8 al 12 de octubre, la hermana de mi esposa y mi cuñado nos invitaron a ir a una casa rural que habían contratado para los días que he señalado, lo que aceptamos con alegría y entusiasmo. La verdad es que salimos jueves por la tarde y se nos hizo de noche, lo que fue un obstáculo para encontrar la citada vivienda. Ésta está ubicada en un caserío a las afueras del pueblo Torre D’Embesora, al noroeste de la provincia de Castellón, lindando con la Comunidad Autónoma de Cataluña.
Después de una buena cena y sobremesa, pues éramos ocho adultos y cuatro niños, contando con una gran amplitud y comodidad, ya que dicha casa está preparada para dieciséis personas, lo que procedía era una buena cama, pues estábamos un poco cansados de las casi cuatro horas de viaje.
Por la mañana temprano, bajamos al pueblo a realizar las compras necesarias para las comidas como: el pan, el agua y algún que otro refresco y cerveza, pues el grueso de nuestra alimentación lo llevábamos desde Torrevieja.
Dicho pueblo tiene ciento veinticinco habitantes y un solo bar-restaurante, pero quedamos impresionados del alto nivel de vida de los mismos. Teníamos preparada casi una excursión diaria, pero lo que encontramos en dicho pueblo hizo que cambiásemos algunos planes y, en realidad, solamente fuimos a Peñíscola y a Morella, dos ejemplos, aunque de distintos ámbitos, pues, la primera está en la costa y la segunda, en el interior, de cómo se explotan los negocios. Los edificios y hoteles están a más de cuatrocientos metros de la orilla del mar, teniendo construidos entre ambos excelentes paseos, explanadas y jardines. Las terrazas de los bares y restaurantes llenaban toda la zona, pues comimos en uno de ellos, estaban repletos de personas, los trabajadores lo hacían con gusto y simpatía, siendo, al menos, de un treinta a un cuarenta por ciento más baratos que en Torrevieja. La gente gana dinero pero sabe que lo tiene que trabajar. En Morella, que prácticamente es poco más que una calle rodeada de murallas, las personas llenaban todos los comercios y bares, te cobraban pequeñas cantidades por aparcar en el pueblo, mi esposa y yo, como era domingo, fuimos a la misa de doce de la mañana y fue impresionante escuchar dicha misa cantada por un coro y acompañada de un excelente organista, que, posteriormente a la celebración, se quedó dando un concierto gratuito para todas las personas que quisieran quedarse.
En pequeño pueblo donde estábamos, había dos minas abandonadas «La Esperanza» y «La Victoria», que, a pesar de tener numerosas vetas de Siderita, Hematita, Limonita, y Magnetita, componentes del hierro y que, hasta no hace mucho tiempo eran explotadas y trasladado el mineral a la ciudad de Sagunto para sus fundiciones, los empresarios las dejaron por falta de rentabilidad. Pues bien, a pesar de que están bastante retiradas del pueblo, su habitantes las han limpiado, han traído desde otras minas vías, vagonetas y tractores que estaban abandonados, los han pintado, han iluminado todas las galerías importantes de las mismas, pudiéndose ver las barrenas y las herramientas que usaban los mineros y han construido un restaurante entre ambas. Aquello estaba lleno de turistas y, en el restaurante, había que hacer cola de espera para poder comer. Las entradas a las minas costaban 12 euros por adulto y 6 euros por los niños, así es que miren cómo se emprende un negocio.
La zona está llena de granjas en plena explotación, con veinte o treinta trabajadores cada una. Se dedican especialmente a las ovejas y, su leche, que no se usa para la venta por su alto grado de grasa, es utilizada para hacer quesos, cuajadas de todo tipo y sabores, y otros productos que manufacturan ellos mismos. Yo tuve la suerte de entrar a visitar una de las más grandes y, sus dueños, un matrimonio, un hijo casado y otro soltero, como los trabajadores por las fiestas no trabajaban, ellos se levantaban a las cinco de la mañana y terminaban a la una o dos de la madrugada, pues, la granja no podía parar, estaba toda mecanizada para el ordeño y era un auténtico espectáculo ver cómo aquellas personas levantaban un negocio que, actualmente, son proveedores casi absolutos de Carrefour. Pedí permiso para hacer fotografías y me lo dieron con gusto, las cuales no puedo ponerlas en el artículo por falta de espacio. Si pudiésemos establecer una correlación entre los ciento veinticinco habitantes de dicho pueblo y los 125.000 de nuestra ciudad, nos daríamos cuenta de por qué somos más pobres.
Cuando veo los cursos que establecen nuestros gobernantes, me suelo enfadar. Casi solamente se utiliza la albañilería para hacer plazas, profesión actualmente sin futuro, en lugar de establecer una buena escuela de emprendedores, con cursos, como mínimo de seis meses o un año. Turismo y Cultura: en Crevillente, el museo de Benlliure, artista universal; Monóvar, la Casa y la finca de Azorín (José Martínez Ruiz) con una de las bibliotecas catalogadas más importantes de la zona (pasaba días enteros sin salir de su habitación escribiendo y le pasaban la comida por un ventanuco), en el mismo lugar, una casa modernista, Murcia, Salzillo, el más representativo imaginero del siglo XVIII, San Pedro del Pinatar, los baños de barro que dicen son muy relajantes y buenos para la piel (tienen varios hoteles), Cartagena, las ruinas romanas tan famosas y excelentes). Todo esto lo tenemos a tiro de piedra y nadie promueve esta clase de turismo desde nuestra ciudad, yo lo he hecho y ha sido con una empresa de Elche. En nuestra ciudad no existe ni siquiera quién enseñe las salinas. Queremos ganar mucho trabajando poco.

Carlos García

1 comentario

  1. Al menos Torrevieja contará con un órgano de tubos, quizá no tan grande como el de Morella, pero con el que se podrán empezar a hacer las mismas cosas que con el ariprestal de la ciudad de la comarca de Els Ports.

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