De candelas e investiduras

Ha sido éste un hermoso día de la Candelaria, con nuestro sol paseándose por un cielo limpio y azul -nos abandona poco- y calentándonos aunque haya sido tan sólo a los 13º que han dicho los aparatos de medir. Nuestra Iglesia ha celebrado dos fiestas importantes aunque relacionadas. La Presentación del Señor y Nuestra Señora de Candelaria. San Lucas nos lo refiere en su Evangelio. Según la Ley de Moisés, sus padres llevaron al Niño para presentarlo de acuerdo con lo escrito, de que todo primogénito se consagrara a Dios.
La Fiesta de Candelaria, de la luz, o de las candelas que se encendían y encienden con su significado de purificación, parece ser originaria de Tenerife desde el siglo XV nada menos, y que yo desconocía. Tiene arraigo en algunas regiones de España, como Andalucía, pero sobre todo fue exportada años después a algunas naciones sudamericanas por los canarios navegantes y que se sigue celebrando multitudinariamente en Puno (Perú), Copiapó (Chile), en Méjico y otros países centroamericanos.
En los tiempos viejos cuando era niño, y con mucho refranero, en la candelaria se decía «si la candelaria «plora» (llueve) el invierno está «fora» (fuera)». También había otra variante que cambiaba lo de «plora» por flora (florecer), en referencia a la época de la aparición bellísima de la floración de los almendros. Lo recuerdo todo con cierta nostalgia, puesto que ahora ya no tiene tanta vigencia ni rigor, con esta climatología endurecida, desbocada y cambiante que nos envuelve, y a la que el hombre está tardando en dar carta de naturaleza porque no entiende o no quiere entender ser el culpable de ese desbarajuste medioambiental. Ya no vale el refrán de la Candelaria, porque el viento, la lluvia, el frío y el calor nos llegan cuando quieren y como quieren, siendo a veces devastadores. Se deshielan los polos de la tierra y hasta las montañas tibetanas, pero el hombre poderoso creyendo controlarlo todo, lleva demasiado tiempo poniendo cara de póker.
Por cierto, y para acabar, la misma cara de póker que en estos días tensos para España nos ponen nuestros dirigentes políticos, que nos atiborran, cuando nos hablan, de frases y eslóganes archisabidos para tratar, no de convencernos, sino de confundirnos. Porque todos nos dicen haber interpretado al milímetro lo que los ciudadanos han dicho con sus votos. Cambio, estabilidad, progreso, reformas, unidad, europeismo, terrorismo, secesionismo, populismo, soberanismo, constitucionalismo, etc.
Y cuando me dispongo a despedirme, queridos lectores, nos llega de urgencia la noticia del encargo por el Rey al líder del Partido Socialista de que gestione sus apoyos para ser investido Presidente del Gobierno, después de las rondas preceptivas de contactos. Un tiempo nuevo, novísimo, apasionante, que podía llegar y ha llegado. Yo ahora, y que cada quisque obre como le parezca, me pondré a rezar todos los días a la Virgen de la Candelaria y le pondré candelas, para que, si consigue la investidura, no sea con el apoyo de los «intelectuales» de Podemos.

JortizrochE

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