Semana Santa marcada por el terrorismo

Durante esta Semana Santa no he podido dejar de pensar en los atentados terroristas. Mi intención era escribir un relato alegre, pero la pena me lo impide. Una vez más, los ataques terroristas han cercenado la vida y las ilusiones de decenas de inocentes de manera indiscriminada.
Basta ya de muertes en nombre de Alá, así mismo en nombre de Dios, o como quiera llamar cada uno al Dios en el que cree, puesto que Alá y Dios son solamente nombres distintos para lo mismo.
Llevamos siglos haciendo la Guerra Santa, tanto los de un bando como los de otro. La llamamos con distinto nombre, pero siempre tras esas guerras hay intereses humanos, de poder, económicos y territoriales. Cuestiones muy alejadas de la verdadera religión que cada uno profesa.
Nunca un Ser superior puede desear que sus fieles hagan la guerra, que asesinen, que mutilen, que martiricen en su nombre. Estos actos criminales son sólo achacables al ser humano, a su falta de amor y bondad hacia sus semejantes, a su egoísmo, a la avaricia, a la envidia y al odio.
La mayoría de los seres humanos son bondadosos, religiosos, con altos valores éticos y morales, pero estamos divididos, separados por nuestras creencias, por nuestras fronteras, por nuestros idiomas, acomodados en nuestras vidas rutinarias, pero hoy, en plena era de la información y de las redes sociales, empezamos a descubrir que el sistema está fallando, que no podemos ir cada uno por nuestro lado, sólo la unión de naciones, creencias, la igualdad de los seres humanos, un reparto equitativo del alimento y de las riquezas puede acabar con las guerras, con la violencia, con el hambre y la ignorancia en el mundo.
Sólo con el amor universal puede sobrevivir la humanidad, solamente con la unidad venceremos a los violentos, y la unidad se consigue si consideramos a los demás iguales a nosotros, si nos consideramos hermanos unos a otros.
Si una nación o grupo de hombres ataca a otros, todos las demás naciones y hombres deben unirse para evitar esta agresión, reducir a los violentos y emplear los mecanismos necesarios para ello según marca la ley, y si la ley es incorrecta habrá que modificarla para que sea imparcial y correcta.
Acabemos con la violencia en el mundo, acabemos con el terrorismo.

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