En sus ojos

Hace cuatro años, yo estaba ahí. Era también viernes y la primavera se asomaba tímida. El colegio que me había visto crecer desde pequeña se vestía de gala para celebrar un acontecimiento que, para los alumnos, sólo se repite una vez en 15 años: la graduación.
El viernes 20 de mayo de 2016 reviví aquel día, mi día. Me vi a mí misma en los ojos de mi hermano, sus compañeros y los profesores, que también fueron los míos. El ir y venir de nervios y los sentimientos encontrados estaban otra vez ahí, entre la nostalgia de despedirse y el deseo de avistar nuevos horizontes.
Pensé que verlo sería diferente a vivirlo, pero no. La intensidad era la misma, o incluso más. Me encontré mejor que nunca al que había sido mi segundo hogar, renovado, con espíritu emprendedor y respirando una frescura que favorecía a todos. El ambiente estaba tan bonito que era imposible no emocionarse. Se palpaba el cariño con el que se había preparado hasta el más mínimo detalle de la ceremonia y la posterior celebración. Luces, música, fotos. Lágrimas de alegría y sonrisas multiplicadas por mil. Cosas que no se aprenden en los libros, como besos y abrazos. Palabras únicas que sólo se dicen en un momento único, como éste, y que quedan tatuadas para siempre en los pupitres que dejáis. La magia se reflejaba en unos ojos satisfechos, orgullosos de haber llegado a la meta después de tanto.
Siempre he añorado verme de nuevo entre esas paredes; y ahora, que ya ha pasado un tiempo, reconozco que me encantaría volver aunque sólo fuera un instante para vivir lo que habéis vivido. A lo mejor todavía no sois conscientes, pero cuando echéis la vista atrás en unos meses lo entenderéis. En ese momento, y sólo en ese momento, sabréis la huella que ha dejado el colegio en vosotros.
En realidad, de vuestros ojos a los míos tampoco hay tanta diferencia. Miradme… Después de una carrera y alguna que otra lección, aquí estoy. A punto de volverme a graduar, ahora, en la universidad y sin saber muy bien cómo el tiempo ha podido correr más rápido que yo en estos últimos años. Da miedo, sí. Es duro y cuesta. Pero una puerta que se cierra siempre abre otra. Estamos, estáis, en la edad de decidir y tropezar. El éxito es, únicamente, no detenerse.
Si la vida son ciclos, sin duda, el que empezáis es importante, pero el que acabáis ha sido vital.
Nunca olvidéis desde dónde echaron a volar esos globos…

Melania Sala Valero
(Ex alumna del Colegio La Purísima
y hermana de Daniel Sala, graduado de la VIII Promoción)

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