Al hilo de… Bienvenido, mister… Obama

«Yo, como española que soy, os debo una explicación y os la voy a dar». Perdón por este atrevido plagio de la célebre y satírica película de Berlanga, «Bienvenido mister Marshall», que retrataba a esta España nuestra de charanga, pandereta y «cultura» propia de entonces y que aún hoy día sigue subsistiendo igual.
Nuestros representantes políticos, sin gran altura y sentido de estado como el que más, ante la llegada del «omnipotente» y poderoso amigo norteamericano que nos hizo el «honor» de pasar por estos lares, como en la película, hicieron de esa visita a bombo y platillo, engalanamiento y gasto, todo un «magno» acontecimiento nacional. Y así, siendo Sevilla la primera en recibir a tan alto mandatario, sacó la «tropa», tiró de «bolsillo» y, en un pis pas, dieron lustre a monumentos, fachadas y calles, pintaron por aquí y sacaron dorados brillos por allá, arreglos de jardines y flores, catedral, Policía Local y Nacional supervisándolo todo, etc., etc. Y Sevilla quedó blindada y como una patena, una maravilla, y hasta no faltó el toque final de esta nuestra cultura autóctona, estampa del folclore con el que se identifica a España. Dos jóvenes vestidas de «faralaes» para el tradicional baile andaluz. Una, el traje era con los correspondientes lunares y volantes, con los colores de la bandera nacional de España y la otra, con los colores y los distintivos de estrellas y barras de la archiconocida bandera estadounidense de Norteamérica, dispuestas a bailar ante Obama.
Todo un derroche de «ingenio» y representación de nuestra cultura de charanga, pandereta y alfombra roja, personajes y personajillos. Solo faltó, como colofón, el estribillo de la canción de la película que cantaba todo el pueblo a una junto a Lolita Sevilla, el alcalde, etc. que decía: «Americanos, americanos, os recibimos con alegría, olé tu madre, olé tu suegra y olé tu tía…», pero, en su puesto, fueron los bares los que hicieron con delicias de la casa, tapas con detalles especiales en hamburguesas al gusto del presidente, por «si pasaba por allí», la alta gastronomía para la gran comitiva que esperaban, y hacían cuentas todos. Bares y comercios.
Aparte del prestigio que suponía tan alta visita, promocionar Sevilla, los «dividendos» que entrarían en caja. Y cual el cuento de la lechera…
En la película de Berlanga, no obtuvieron nada de todo lo que creían iba a repararles el ansiado plan Marshall, pero sí vieron la comitiva y los representantes norteamericanos entre una retahíla de cochazos y escoltas como una exhalación, pero aquí, en Sevilla, se han quedado compuestos y sin ver a Obama. Y con una puesta en escena como la película. Me siento avergonzada de tan altísima pleitesía y este despliegue de ineptos políticos. ¿Se supo el mismo día «D»… que venía con el tiempo más que restringido por los graves sucesos que habían ocurrido en su país?, pero eso, nuestra «competente» y mediocre diplomacia debería de haberlo indagado y sabido, y no hacer esta muestra de tanta fastuosidad y «cultura» de andar por casa; eso sí, «Obama magnánimo, para consolarnos» nos regaló una anécdota y una promesa. Según él, en su juventud, pasó por aquí y le encantó nuestro país, y cuando deje la Casa Blanca nos hará una visita.
¿Volveremos de nuevo a repetir la película de «Bienvenido, mister… Obama»?
Y, por cierto, cuando un alto representante de gobierno o monarquía va a Estados Unidos, ¿lo reciben a bombo y platillo y le rinden tantos honores y pleitesía?

Josefina García

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