«Carta para Margarita Aguilar» (D.E.P.)

Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro

Querida Margarita:

Ni yo la conozco a usted, ni usted me conoce a mí. Para empezar, esto nos iguala. Usted, en estos momentos, es la más experimentada de los dos y yo soy el que la «sigo», a través de las palabras que su hija, la pequeña gran actriz, me regala para ver si aprendo algunas cosas sobre la generosidad, prudencia y bondad que usted atesora y que yo no soy capaz de igualar por más empeño que pongo en ello.
Valle y usted destilan la misma sabiduría terrenal que ayuda, a los que compartimos tiempo y lugar con vosotras, a mejorar nuestra mirada, a profundizar en nuestras intenciones y a pacificar nuestro ímpetu irracional. Digo esto, porque madres e hijas como vosotras dos, hacéis más ancho el campo de la tolerancia con vuestro meditado silencio, vuestra  entrega, vuestras dulces raíces, con la honestidad de vuestros gestos y vuestra cálida compañía, esa que nos mece como el viento breve a cada espiga del trigal. Por todo esto, quiero a su hija y la admiro a usted. La admiro porque, lejos de apagarse con los años, enciende a su alrededor la llama de la apasionante vida que, a veces, olvidamos al estar atrapados en nuestros insignificantes viajes a ninguna parte.
Efectivamente, todos estamos inmersos en un recorrido mágico que, frecuentemente, no apreciamos,  pareciendo como si el sentido de la vida, se diluyera. Pero, no es su caso. Seis hijos y otros tantos nietos, generan suficiente energía a su alrededor como para no darse nunca por vencida. Porque, además, si alguien debiera de vencer, este sería siempre el amor.
Ese que recíprocamente nos entregamos. Unas personas, como usted, lo hacen sin límites. Otros, les cuesta un poco más y se asemejan al gotero que ahora le acompaña. Van un poco más lentos. Esperemos que sean, a pesar de todo, eficaces.
Margarita, es usted un ángel que, sencillamente, confía, una vez más, en el destino. Ojalá que éste siga siendo el de disfrutar de esas pequeñas cosas que siempre nos acompañan, y que son las que alimentan de verdad nuestros pasos: sentir el Sol tibio en primavera, respirar el aire puro del otoño, mojarse los labios con el agua fresca del arroyo, oler tomillo y oler lavanda, comerse un huevo frito, llegar a casa para ponerse las zapatillas que siempre están ahí, esperándote, escuchar a los chiquillos cómo crecen y poder abrazarles a cada rato, ver la programación de la 2, cuando Margarita hija tiene cursos chamánicos de que ocuparse, retirarse a dormir porque el día ya fue suficiente,….y, por supuesto, soñar…. soñar que uno flota, que uno vuela, que uno se hace invisible.
Le envío un abrazo desde la salinizada Torrevieja, de un admirador incondicional y agradecido de que gente como usted siga siendo el foco que alumbra tanta realidad.
P.D.: Margarita Aguilar, nacida en Dos Hermanas (Sevilla), no cumplió el siglo, pero sí con el contenido de todos sus días. Madre de Valle y Marga Villasanta (actrices de Colesterol Teatro) nos dijo «hasta siempre», este nebuloso diciembre de 2016.
COLESTEROL TEATRO, despide con tristeza y desconcierto a esta mujer buena, y agradece a sus dos hijas (Valle y Marga) que decidieran, durante tantos años, formar parte de esta otra familia (teatral) que, para este momento, les envía todo el amor y serenidad que ambas se merecen.

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