MACHISMO, se escribe con «M» (de madre, de Maradona, de mujer)

Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro

Los machos asedian, acorralan, disparan su ira compulsiva y matan: a otro macho, a otros muchos, a ellas (inscritas todas en la pasarela del poder). La cuota de poder, en las relaciones, prima frente a la bondad, a la generosidad, al compañerismo y al sosiego. Frente al amor, «un par de hostias bien das» callan la razón y sitúan a cada mochuelo en su olivo. En la Naturaleza, la ley del más fuerte prevalece, pero también la del más hábil, más ingenioso, o la del más seductor. Ellos, hacen valer sus armas, y disparan testosterona y calimotxo por sus venas. Ellas, se cierran al choque hormonal y, aprovechando el órdago, también cierran las piernas. Entonces ya, sin Paraíso, se acaba la tregua en el campo de los besos «a capella» y aparece la confusión, el odio, los palos y el olvido a granel. Fin de la primera parte.
No existe el machismo animal. Sí, en cambio, la supervivencia del más dotado. Los humanos, en efecto, olvidamos, a menudo, de dónde venimos y pagamos un precio muy doloroso por ello. Al principio de todo, en la caverna, practicábamos un mutualismo tribal, solidario y protector, en el que cada uno tenía su cuota de poder indiscutible, que era la clave de la paz en la ancestral comuna. Ellas, ellos y viceversa, todos y cada uno aportaba su esencia al grupo para mantener un equilibrio intuitivo. ¿Cuándo entonces se rompió el buen hacer, la magia en compañía de otros?: cuando la sexualidad, hasta entonces promiscua, abierta, cambió su tendencia y pasó a ser un acto de pertenencia (propiedad) del uno para el otro, sin posible participación de un tercero o más en el guateque de las pasiones (la wikipedia os ilustrará cuando esto sucedió, yo solo soy un corredor de fondo, que mira al a su alrededor, mientras se mueve). Más tarde, las religiones acentuaron la monogamia y con ella llegó la gran crisis de las relaciones de pareja, convirtiéndolas en un tipo de perversión adictiva (el matrimonio, lo es). Con el paso del tiempo, la mujer se convirtió en otro objeto más de placer para el hombre que posee y manipula a su antojo. El mundo siguió dando vueltas y el macho, en su expansiva lujuria de sentirse dueño de todo lo que le rodeaba, acumuló tierras, animales y, como no, hembras. Eso le hizo sentir que poseía una cuota de poder familiar muy elevada. Pero, la mujer, entonces, pasó de ser una aliada imprescindible, a un posible elemento letal en rebeldía. Efectivamente, esa antigua pareja que, posteriormente a la cueva, abandonó la aldea, se estableció en lugares más poblados, hasta llegar a la gran ciudad,  y se apareó aisladamente (familia), dieron comienzo a una extraña etapa, en la que la explotación individual, del uno por el otro, sustituyó a la orgía de cooperación comunal de la caverna. La mujer, entonces, labró futuro: trabajar como una mula, someterse y criar hijos (a ser posible, varones) para, a través de ellos, igualar fuerzas en este hogar «moderno» atiborrado, ahora, de móviles y de triste vacío existencial. LAS MADRES CRÍAN HIJOS Y LOS EDUCAN EN LOS VALORES MACHISTAS a unos y en la sumisión fatalista a las adoctrinadas niñas. Pero, como todo lo que no te mata te hace más fuerte, la mujer  «aprendió» sutilmente a resetear su cuota de poder, que suministró, cual veneno, a su egoísta y torpe esposo: la indiferencia y el desprecio por el placer sexual, que él siempre reclamó. LA VIOLENCIA PASIVA se instaló, entonces, en el salón y el dormitorio de su puta casa. Total, que el asunto desemboca en este hombre moderno que, consciente de llevar sin follar tres meses bisiestos, echa la culpa a «esa puta que le lava y le plancha, pero no le gusta el sexo». Y un mal día, en el que el fulano viene en forma, la regala una batería de golpes e insultos para que tome nota el juez.
Queridos soci@s del clan #FreedomMelania: el 90% de las parejas monógamas, en esta era TRUMP, constituyen una provocación a la frustración (sexual y emocional) de ambos, a la anorexia intelectual, a la violencia soterrada, al «ojalá te vayas de una vez», al «estoy harta, de que me insultes, no me pegues más», al silencio de los corderos, al «¿cuándo vas a cambiar?», etc…
Sin embargo, estas parejas (de sado-masoquistas inconscientes) no se identifican con la violencia sexista, que sale en las noticias, porque «no es su caso», dicen ellos. Hasta que se vean en el telediario un día, digo yo.
#tod@s responsables#espabílate.

1 comentario

  1. Que curioso que usted hable de machismo, acorralar y asediar….y que encima lo mezcle con el sexo…la mayor de las dominaciones que hacemos los hombres sobre las mujeres…y curioso digo porque como macho seguro que lo ha practicado..

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