La «libertad»

Hoy en día, casi todo el mundo pronuncia y asume que tiene derecho a casi todo, que es libre, que tiene libertad de expresión, que puede hacer con su cuerpo lo que quiera e incluso dominar y conseguir que la otra persona haga lo que él quiere. Lo estamos viendo diariamente en los medios de comunicación, el maltrato a la esposa o pareja, la consecuencia de creer que una persona es de mi propiedad y puedo hacerle daño, no solamente físico, sino psicológico, con la manera de proceder de estas personas que incluso llegan al asesinato, con el derecho que piensan que tienen sobre la propiedad de la otra persona. Esto está ocurriendo también entre los jóvenes, en la esquina de mi casa, todas las noches se reúnen una cincuentena de muchachos y muchachas de 13, 14 ó 15 años, y se sorprenderían de las conversaciones que tienen entre ellos, sin pudor alguno, incluso cuando pasa junto a ellos una persona mayor, se habla de droga, de sexo y se comenta lo que uno o una ha hecho con otra persona.
Todo esto viene «impuesto» por las reglas que se ha inventado la sociedad actual. Los padres no quieren que les molesten, no se preocupan si estudian o no lo hacen, tampoco de lo que pueden hacer hasta altas horas de la noche por esas calles, en los botellones, con el ansia de que cuanto más bebas mejor, posteriormente viene la curación por alcoholismo en centros especiales que cuestan mucho dinero a los padres, los que no quieren complicaciones, quieren ver el fútbol tranquilos, chatear en los bares y pasárselo lo mejor posible sin preocuparse de la educación de sus hijos.
Tanto como el maltrato de género, o peor, es el aborto, que está a la orden del día, o el asesinato posterior al nacimiento de muchas criaturas que son dejadas en la basura o en cualquier otro sitio. Es curioso el dicho de muchas mujeres: «Yo hago con mi cuerpo lo que quiero». Está bien, haz con tu cuerpo lo que quieras, pero lo que llevas dentro ya no es tu cuerpo, es el cuerpo de otra persona no nacida, por lo que no tienes ningún derecho a matarla. Si no la quieres, hay muchas parejas que no tienen hijos y desearían tenerlos aunque fuese por adopción, así es que, ¡por favor!, no lo mates, dáselo a una de esas personas, que sí lo/a quieren con desesperación y les cuesta mucho dinero conseguir un niño/a para crear una familia, la célula más importante de cualquier sociedad.
Bien, todo esto y más está ocurriendo en nuestra sociedad, por lo que ahora estamos pagando las consecuencias de todo ello, los hijos abandonan la casa de los padres a una edad media de 25 años, que es cuando encuentran un empleo y empiezan a valerse por ellos mismos, y todo esto, ¿a qué nos lleva? Pues, con los millones de niños muertos antes de nacer, resulta ser que se han perdido de 3 a 4 generaciones, o sea, que una generación que se jubila no ha sido sustituida por otra joven y con trabajo para desarrollar una nueva familia, y ahí nos viene ahora el problema de las pensiones. ¿Saben Vds. que actualmente somos en nuestro país 9.800.000 pensionistas, y que a la Seguridad Social están cotizando 1,8 trabajadores por cada pensionista, o sea, que no llega ni a dos personas cotizantes por cada pensión, por lo que es totalmente lógico que, a este ritmo, dentro de pocos años no habrá dinero para pagar dichas pensiones y, entonces, no te jubilarás hasta que Dios te llame, salvo que te crees un voluminoso Plan de Pensiones y que esté bien remunerado? Pues, lo que es ahora, están por los suelos las rentabilidades de los mismos, la prueba está en que ya se permite trabajar a un jubilado hasta media jornada para incrementar un poco su nivel de vida, y la nueva ministra tenía o tiene la intención de que se pueda trabajar hasta la jornada completa, pues tiene que entrar a la Seguridad Social dinero, sea como sea.
Después de todo lo expuesto, tengo que decirles que muchos jóvenes y menos jóvenes, debido al plan de vida que llevan, no gozan de la verdadera «libertad», pues están esclavizados a lo que impone la sociedad actual. La persona que puede decir que es «libre» es aquella que rechaza lo que es antinatural y tiene la suficiente fuerza espiritual para decir «NO», yo no entro en este tipo de sociedad que me está haciendo esclavo de las modas, los hábitos actuales, la droga, el sexo y la no pura forma de alegrar su vida, si no es arrastrada al caos de las tendencias de estos nuevos nucleos de sociedad.
Yo no juzgo a nadie, pues no soy juez para poder hacer a nadie culpable de esto o lo otro, solamente expreso lo que veo y me hace reflexionar sobre el tema de «la verdadera libertad».

Carlos García

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