La señorita Marta

La señorita Marta, aparte de maleducada, altanera y tonta del «cu-cu», era una nulidad como mujer, y con menos luces que una luciérnaga enlutada. La cosa es que vivía bien ella y su familia, permitiéndose tener criados y todo en su casa. Un día fueron todos a la viña a pasar el día y comer en el campo. Ella, que era muy golosa y glotona, se atiborró de uvas, unas más maduras y otras pintonas. Al día siguiente, con su doncella, fueron a misa de 8. Por el camino empezaron las uvas ingeridas a danzar en el vientre, deseando salir a escape de aquella «cárcel», y por ello se peleaban para ver cuál saldría primero. Las damas tuvieron que entrar deprisa en un bar. Entró Marta corriendo al servicio mientras la doncella charlaba con el dueño, tan tranquila porque faltaba 1/2 hora para la misa y tenían tiempo de sobra. Por supuesto que no podían tomar nada antes de comulgar, pero a la vuelta vendrían a tomar un cafetito. Mientras estos 2 loros charlaban hasta por los codos, dentro del retrete se estaba desarrollando un drama singular. La señorita, luego de evacuar el contenido liquido del intestino, ve, desolada, que no había papel ni nada con que limpiarse, ni siquiera una toalla, un trocito de papel, aunque fuera ya usado. Echó mano a la limosnera y sólo llevaba un billete para el cepillo de la iglesia, y, como era dinero sagrado, no podía ser mancillado de forma tan humillante. Allí estuvo un rato cavilando. No podía usar las bragas, que en aquellos tiempos no se llevaban; al fin, desesperada, se quitó la falda y a tirones arrancó una nesga, saliendo así del apuro. Se colocó la prenda, dejando «la mella» por delante, cruzando la tela y colocando la limosnera a modo de escudo. Pero, como era tan astuta, apagó la luz, cerró la puerta del servicio y dejó allí «la tostá» para que el dueño creyera que había sido otra persona la autora del desaguisado. Dio las gracias y se fue tan campante a cumplir con el clero, aunque las que había detrás en los bancos, de vez en cuando, atisbaban como un galgo cierto olor a …

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*