El comercio se queja

¿Cuántas veces hemos pasado por un determinado lugar de nuestra ciudad y hemos presenciado que acaban de aperturar un nuevo negocio, pero resulta que, al poco tiempo, volvemos a pasar y resulta que está cerrado a cal y canto? También se escucha, a veces, que la marca tal o cual va a cerrar. Entonces buscamos culpables y se oyen determinados comentarios como: «El Ayuntamiento se ha cargado el comercio de Torrevieja» o «los centros comerciales que se han establecido a pocos minutos del centro son los culpables de la falta de demanda en los pequeños comercios».
El comercio de Torrevieja ha tenido su época dorada, en la que todos ganaban mucho dinero, al no existir competencia directa, como la llegada de los ya indicados c.c., donde encuentras aparcamiento, bares, restaurantes, cines, etc. y tienes varias opciones de comprar aquello que buscas a los precios que uno está dispuesto a pagar por aquello que desea. A esto se le llama «demanda», y el productor/vendedor tiende a buscar el equilibrio del modelo de mercado «oferta/demanda», para que haya excedentes económicos para el comprador y para el productor/vendedor, y esto hace que el consumidor se encuentre cómodo, y más, cuando dispone de una guardería para dejar a los niños divirtiéndose con los animadores y, así, poder realizar sus compras con tranquilidad.
¿Y esto quién lo ha inventado? Pues esto lo ha hecho la «I+D+i» (Investigación, Desarrollo tecnológico e Innovación). Ésta es la culpable del estancamiento del comercio en nuestra ciudad, pues, para la I+D+i, hace falta invertir dinero y que exista una buen intercambio de información y formación entre los diferentes componentes de nuestro mercado. Esta inversión puede ser recuperada con creces.
Vamos a poner un ejemplo. Un comerciante tiene tres dependientas/dependientes, una de ellas habla inglés, entonces, en el desarrollo diario del negocio, se da cuenta de que las dos dependientas que no dominan inglés venden un 30% más cada una que la que lo domina, ¿por qué? Pues porque las dos dependientas son estupendas vendedoras y la que habla inglés no lo es. Entonces, ¿qué es mejor? ¿Tener buenas vendedoras que conocen el oficio, o una persona que habla inglés pero que vende un 30% menos? Aquí viene lo que llamamos «información y formación», el comerciante puede quedarse con las buenas vendedoras y ayudarlas para que aprendan inglés. A esto lo llamaremos «productividad».
¿Quién se ha molestado en invertir en un «Estudio de Mercado»? Conocer qué hace la competencia, sus precios, su personal, sus técnicas de atención y servicio para los clientes, su logística, qué tiene él que no tenga la competencia y, al contrario, qué clase de publicidad usa, cual es su cuota de mercado, si es líder o no, etc.
Existe una empresa en Alicante, de la que no digo el nombre por no hacer publicidad gratuita, cuya finalidad consiste en efectuar compras masivas a fabricantes de determinados productos y facilitárselos a sus socios, que son casi todos los comerciantes de la provincia que tienen esos determinados artículos, incrementándole a los mismos un % menor de 5 puntos para gastos de administración y gestión económica, por lo que dichos comerciantes pueden competir con cualquier otro en marcas y precios, pues, como ustedes saben, no es lo mismo comprar 20 vestidos de señora, que comprar diez mil, con lo que se consiguen precios mucho más bajos y competitivos. Esta empresa incluye en ese % los gastos de financiar a sus socios a «x» días fecha de factura. La misma, según parece ser, está viendo la posibilidad de instalarse también en Andalucía.
Aquí tenemos otro ejemplo de transmisión de información y formación, como antes comentábamos.
Antes hemos nombrado la palabra «productividad». En muchos países de Europa y fuera de ella, no se utiliza en los convenios colectivos la inflación, como medida para subir los sueldos, pues esto no es más que un pez que se muerde la cola. Si subimos el IPC en los sueldos, es evidente que el trabajador podrá consumir más, al hacer esto, los precios suben y, se produce de nuevo, otra inflación. Para evitar esto, aunque los sindicatos no están de acuerdo, en dichos países, los salarios suben de acuerdo con la productividad, o sea, que al producirse más, los precios bajan y los sueldos suben, dándoles más poder adquisitivo a los trabajadores que con la inflación.
Volviendo a nuestra ciudad, yo me he preguntado muchas veces: ¿por qué el edificio de la «Plasa» está paralizado? No se explota más que la planta baja y el aparcamiento. Si este edificio se pudiese destruir y hacer uno nuevo moderno y en colaboración con alguna firma comercial importante (digamos; Corte Inglés, Alcampo u otras firmas de ese orden), pronto se llenarían los alrededores de comercios de marcas de fama y de prestigio, sería el motor que lanzaría al resto del comercio, generando muchos puestos de trabajo.
Jesús decía: «al que trabaja le corresponde su salario», que, según nuestra Constitución, debe ser digno.

Carlos García

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