De enredos electorales y mirlos blancos

Ahora que suena Sabina en la interminable madrugada de calores imposibles, ahora que no cabe la cobardía ni el miedo frente a los «enfant terrible» de la política local, ahora que la noche tiene alma de blues y la piel suave de mulata, ahora que es hora de mirar la luna de Cuba en Torrevieja y descubrir que no hay empeño más noble en la vida que la vana tarea de contemplar los solsticios. Ahora, escribamos.
Pero incluso para escribir uno es hijo de lo que vomita la televisión. Y la madrugada, ya sabemos, es propensa a atraer demonios y pesadillas a lo inconsciente. Y aparece Casado en mitad de este ensueño. Con la llegada de Casado al purgatorio azul de la calle Génova, vuelve con fuerza la actitud aznarísima de: «Abandonad toda esperanza. O nosotros, o el fin del mundo».
Lo cual me provoca un amplio abanico de sensaciones, un dejavú de película ya vista, un refrito en B de la saga Jurassic Park donde al principio todo parece el Edén. Luego las cosas se complican y el dinosaurio comienza a portarse como lo que es, un dinosaurio con un apetito atroz que acaba por devorarlo todo: educación, sanidad, pensiones, ayudas sociales…
En Torrevieja, los populares apostaron fuerte por Soraya, su derrota complica un tanto la elección del que ha de ser el candidato municipal de la derecha en 2019. En los mentideros políticos, donde todos sueñan en reinar y gobernar como en Juego de Tronos, ya se habla abiertamente de una película de Orson Wells: «El tercer hombre» (una de esas historias de amor que no son tales y que siempre acaban en brazos de otro). Aunque conviene no sacar conclusiones precipitadas. Los vientos de la política son azarosos e hipercambiantes. Y, en resumidas cuentas, todo depende de un máster universitario con más pinta de tómbola de feria que el título mundial de Lanzador de Hueso de Oliva del nuevo secretario general de los populares, Teodoro García. Que dicho así, parece anecdótico, pero tiene su «je ne sais quoi».
Pareciera haber una cierta tendencia de los líderes populares, como los mensajes secretos en las películas de James Bond, a la autodestrución, como si los convocados a liderar el partido llevaran en su manual de instrucciones la advertencia: «Frágil. No remover demasiado».
Pero que nadie se llame a engaño. Los enredos electorales y los mirlos blancos, con ojos inocentes y el alma entenebrada, tienen excelente habitat en las riberas de los años de elecciones. En todas casas cuecen habas. Y en la mía, a calderadas. Que diría Cervantes.

2 comentarios

  1. En la partitocracia española estáis todos igualados sin nadie que proponga cuestiones de representación autentica, como seria elecciones con candidatos uninominales en distrito único sin listas dictadas desde la cúpula de partidos, elecciones a doble vuelta si fuese preciso y sin olvidarnos, separación de poderes.

    Salú2.

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