La Mano Negra (8)

Escapando del castillo del ogro

…para comerse una cada día. A Amorosa no se la comió, porque se había enamorado de ella. Dijo Juanillo, «Dios y águila», y montando Amorosa todo sobre su lomo, incluyéndose ella, emprendieron un romántico vuelo rumbo al Palacio de la Ilusión… Dejémosles volar, que ahora sigo contando el resto. Juanillo tuvo mucho trabajo disfrazándose de todo, mientras Amorosa aguardaba en algún bosque o soto cercano. Tras preguntar en varias rutas, al final un campesino le indicó el lugar exacto del palacio de los Reyes de la Ilusión, siendo recompensado por ello con una bolsa llena de monedas de oro, de su propia fortuna, y lo que le habían requisado al ogro maldito. Al atardecer estaban los Reyes sentados en cómodos asientos, siendo la Reina la que después de tantos años, aún lloraba a su hija, y ambos se abrazaban en su dolor, pidiendo un milagro. En esto que oyen el graznido de un ave descomunal, que venía derecha hacia ellos, y una voz femenina, muy dulce, que ellos creyeron que decía: «¡Papá! ¡Mamá!». Rápidamente fueron rodeados por la Guardia Real y el servicio, formando una barrera de 20 en fondo, para proteger la vida de los Monarcas. Dio Juanillo varias vueltas al palacio, planeando, en tanto Amorosa lloraba emocionada, viendo a sus padres allí abajo. Aterrizó al fin Juanillo, convirtiéndose en hombre. La Princesa corrió a abrazar a los Reyes. Los 3 se fundieron en un abrazo eterno, hasta que ella dijo: «¡Padres, quiero presentaros a Juanillo, mi guardián y salvador; sus padres son unos pobres pescadores, pero yo lo amo y no me importa aunque fuesen porqueros!». «Juanillo», dijo el Rey, «he prometido la mano de mi hija a quien la trajera sana y salva a nuestro lado. Si tú también la amas, se celebrarán las nupcias dentro de 3 días». «¡Majestad», repuso el joven, «amo a la Princesa más que a mi propia vida, pero yo también tengo padres y quisiera que ellos disfrutasen de nuestra unión. Si posponéis unos dias la boda, iré a por ellos, que no saben qué ha sido de mí, si vivo o he muerto!». «De acuerdo, pero vuelve con ellos lo antes posible». Juanillo-águila remontó el vuelo. Ahora veremos cómo fue ese encuentro y lo que pasó en el palacio de la Ilusión. Aquella mañana se había levantado la madre de Juanillo en un estado lamentable, llorando, con dolor de cabeza y todos los huesos de su cuerpo y más, sin saber nada de su querido hijo, dándose cuenta de que su marido cada día iba perdiendo la vista de tanto sufrimiento, pues desde el día que Juanillo perdió la protección de la Mano Negra, la suerte de los ancianos habia cambiado…

Continuará

Kartaojal

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*