No sin mí

No creáis que los perros hablan, a no ser en las fábulas de Esopo o Samaniego, pero sí tenemos voz, a través de gente que nos quiere, alimenta y respeta nuestras vidas. Se acercan las Navidades, unas fechas que, para nosotros, los peludos de 4 patas, son el «yuyu», porque hay padres irresponsables, que no saben educar a sus hijos y les dan todos los caprichos, sin medir las consecuencias. Resulta que se les antoja un perrito o gato. Los mayores saben que es muy fácil convencer a un niño, con argumentos razonables, como que Papá Noel o los Reyes les pueden traer unos con pilas, que hacen las mismas funciones que los de verdad, o que miren los virtuales de Internet. Si nos compran, se gastan un dineral. ¿Para qué? Para tenernos en 6 meses abandonados en la calle. Si nos adoptan de las perreras municipales, que los obligan a ponernos el chip y castrarnos, también resulta costoso. ¡Os recomiendo que nos dejéis donde estamos, que nos atienden muy bien y ya estamos acostumbrados a ser reos, sin haber cometido delitos, pero nos separan del amor, caricias y palabras cariñosas de los humanos unas alambradas, como en los campos de concentración. ¿Sabéis lo que es la calle para un perro? ¡Miedo, hambre, sed, frío, calor, pedradas y palabras despectivas como «chucho», con lo bonito que sería tener nuestro nombre y ser queridos y mimados por las familias! Hay gente que se dedica a robarnos o meternos en una furgoneta si vamos solos por la calle (de ahí que se obligue a los dueños a llevarnos atados, y si son razas potencialmente peligrosas de presa, con bozal). Los perros robados van a ser maltratados de mil maneras, para hacerlos salvajes y luego llevarlos al «palenque» a que sean «sparring» de esos monstruos, que hasta matan a sus dueños. Yo ruego al Dios de los perritos que nos salven de esas cosas horribles, y que tengamos la dicha de encontrar familias como la de mi amigo Lucky, que ha sido adoptado por papás maravillosos, que sólo viven para hacerlo feliz. ¡NUNCA dejéis a esas criaturas indefensas pasar por el infierno de este mundo cruel!

Kartaojal

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