San Roque, ¿un paraíso?

Ante el absoluto abandono en que está sumido este querido barrio de San Roque, por parte de todas las autoridades, de las fuerzas de seguridad y responsables de las áreas pertinentes, me decido a presentar este breve esquema de la suciedad y anarquía que se ve en múltiples áreas de la zona.
San Roque no es un barrio bonito. Nunca se hizo una buena planificación de parques y jardines, ni se dotó a sus calles del sentido estético que se impone en cualquier ciudad moderna, que quiera ser un espacio decente para la normal convivencia de sus moradores.
Pero hoy, el abandono, la suciedad y la anarquía que los propios habitantes imponen por descuido de su barrio, lo están convirtiendo en un estercolero. Yo, que salgo todos los días a correr y a hacer gimnasia en los parques y calles, veo cómo aumenta la suciedad , las chabolas los criaderos clandestinos de pollos y gallinas, impunemente, sin que ni los encargados de parques y jardines, los barrenderos que no limpian los estercoleros a la vista de todo el mundo; y, sobre todo, los responsables de impedir criaderos clandestinos de pollos, las autoridades que no impiden que el chabolismo rumano crezca de día en día, y los propietarios de perros, etc., que no recogen lo que sus mascotas tiran, pues no queda otra que concluir que el barrio de San Roque es un paraíso perdido. Paraíso, es verdad, pero olvidado.
Me explico: que hay chabolas de rumanos. ¿Cómo? ¿Dónde? A sólo 50 m de la esquina oeste de la parroquia, ellos han invadido la vaguada que deja la carretera N332. Allí lavan su ropa, rodeados de bolsas de basura, que no se molestan en llevar al contenedor, que lo tienen sólo a 100 m de distancia. Criaderos de pollos: uno bien notorio entre las calles Rojales y Callosa de Segura, en la zona de los árboles, claro. Estercoleros en el mismo parque de la parroquia y, encima, de frente a las canchas deportivas. Alimentados de cuando en cuando por las botellas de plástico que los mismos jugadores tiran. Los jardineros lo ven el día que vienen a dar una vuelta por el parque. De sobra lo saben los de Acciona cuando se pasan largo rato desayunando en la caseta. ¡Para qué limpiar! ¡Que pongan más gente!
La actitud de los vecinos merece una atención especial. Ahora mismo, los parterres del parque están cubiertos de tierno trébol, que da gusto contemplarlo, y hasta caminas de puntillas por encima de él. Pero este bello deslizarse por la suave hierbecita tiene su castigo: llegar a casa con las zapatillas pringadas de los excrementos de las mascotas.
Unas de las cosas que todos vemos, porque no se pueden ocultar, son las chapuzas que hay por doquier en el barrio. Los españoles entendemos por chapuza toda obra mal terminada, o sea, terminada sin sentido, con peligro de caerse por sí sola, y, sobre todo, tan mal realizada que resulta peligrosa. La peor de todas es la depuradora de agua, pues no deja de ser un grave peligro para el hospital, y para toda la población, que nos tenemos que aguantar de cuando en cuando los efluvios que dimanan de ella. El descampado que está entre la avenida Desiderio Rodríguez y la calle Vega Baja de Segura tiene un cercado tan desastroso que se cae solo.
Pertenece a un conocido restaurante del barrio, cuyos carteles de propaganda el viento los tiró hace meses sobre la acera, sin que sus dueños se hayan tomado la molestia de quitarlos. Enfrente de este mismo cercado, en la calle José Hódar, hay un enjambre de cables, tan desordenados y peligrosos que si los instaladores se hubieran propuesto hacerlo peor, no lo hubieran conseguido. Podemos ver tres columnas que no sé para qué sirven, un pesado rollo de cables de teléfono, qué los técnicos no se molestaron en disimular. La bajada de la línea eléctrica para el edificio de la esquina, un edificio nuevo, es un rompecabezas peligroso.
Algunos establecimientos, dedicados a la alimentación, no reúnen las condiciones mínimas de salubridad, sin que nadie se haya molestado en hacer una seria inspección, para evitar males mayores. Pero la mayor de todas las chapuzas que se han cometido, a mi juicio, fue la remodelación del barrio con fondos Feder de la Unión Europea. La falta de planificación y de sentido común en la ejecución de la obra fue escandalosa, habiendo dejado pasar la ocasión de esconder todos los cables que aún se ven; con sólo aprovechar el mismo hueco que los albañiles tuvieron que cavar para el tendido eléctrico que alimenta las farolas.
Queridos habitantes de San Roque, está claro que este escrito es sólo una denuncia del abandono en que está sumido nuestro barrio. Creo que necesitamos hacer un estudio mucho más profundo de todas las causas que han dado pie a esta situación para, entre todos, intentar cambiarla. Que no nos quieren ayudar… ¡En las próximas elecciones les esperamos!

Desiderio Arias Ruiz

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