Hace pocos días y en rueda de prensa, nuestros más significados mandatarios del Gobierno nos aconsejaban consumir para estas Navidades la carne de conejo por estar más barata y, a su vez, el vicepresidente económico nos quiere convencer de que la subida de los precios y de los servicios se debe a que damos demasiada cantidad de propina cuando tomamos un café, pues, según él, el café nos cuesta 0’80 euros y nosotros añadimos un euro a dicho precio como propina. No sé si esto sería broma o en serio, pero, en cualquier caso, no es una respuesta consecuente y coherente de un miembro de un gobierno a los ciudadanos.
Lo veníamos anunciando en anteriores escritos y, en estos momentos, se confirman nuestras predicciones, pues el Instituto Nacional de Estadística avanza que el IPCA (Índice de Precios al Consumo Armónico) se ha elevado en 4’3 puntos, el más alto desde hace 12 años, y 1’2 puntos por encima de la media europea, y el real de nuestro país se sitúa en el 4’2.
Como hemos comentado en anteriores ocasiones, esto no es debido al efecto propina, como indicamos anteriormente, sino como consecuencia de nuestro alto consumismo interior, pues, debido a los mensajes subliminales de la publicidad en los medios de comunicación, adquirimos muchas cosas que, en realidad, no nos hacen falta ni nos son necesarias para vivir adecuadamente. Otro efecto que encarece nuestras compras es la baja productividad que tenemos en nuestro país en relación con la Comunidad Económica Europea. Nuestro índice de productividad está en el 0’8% por habitante, mientras que en la Comunidad está en el 1’8, o sea, más del doble que nosotros. Esto les permite vender más barato al exterior y mantener un poder adquisitivo muy superior al nuestro. Vamos a poner un ejemplo verídico: una editorial española recibe un pedido de 90.000 Biblias desde otro país. Esta editorial tiene que recurrir a otra empresa finlandesa que realiza el pedido con una mejor calidad y mucho más barato que en España. ¿Se dan cuenta? Un país que tiene una renta per capita bastante mayor que la nuestra y produce más barato (Finlandia: 44.912 $, Italia: 35.386 $, Grecia: 32.010 $, España: 31.471 $; PIB Nominal per capita previsto para 2007, según el Fondo Monetario Internacional. Como pueden ver, estamos por debajo incluso que Grecia).
A nuestros políticos, con tal de no realizar algo que pueda significar un acto de impopularidad y les aleje del poder, les da miedo decirnos que, honradamente, debemos apretarnos el cinturón cuando las vacas están flacas, aprendiendo de otros Gobiernos anteriores y de otros países que, en estos casos, toman las medidas adecuadas para reducir el consumo, vivir con más austeridad, producir más y así bajar los precios, los intereses de los préstamos y mejorar el poder adquisitivo de las personas más necesitadas y no echarle la culpa exclusivamente al petróleo y a las propinas.
Si a esto le unimos que la cifra de paro en nuestro país contabilizada ha crecido en 100.000 personas, pues nos damos cuenta de que el progresismo no está en la demagogia egoísta partidista y personal, sino en el bien común de toda la sociedad.
Carlos García
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