«Rubia y extranjera»

Un día regresaba de «rebajas» en mi autobús de línea. De repente, una mujer se acercó a mí, acusándome… de ser ladrona y robar su monedero. Ni más ni menos, así de rotundo. Pasmada, intenté indagar el suceso. En resumen: hace unas semanas, antes de Navidad, una señora «rubia y extranjera» encontró en el mismo autobús su bolsa tirada y, tras preguntar «¿de quién es?», devolvió esta bolsa a la mujer. Ya en casa, ella descubrió que en la bolsa faltaba su monedero con dinero. Desde entonces, está buscando a la «rubia y extranjera» para reclamarle el robo. Como yo también soy rubia y extranjera, toda su ira ha caído sobre mi cabeza. El autobús estaba lleno. Cinco paradas hasta bajarme, tenía que escuchar maldiciones y humillantes insultos. La mujer no quería saber que yo estaba fuera de Torrevieja, ni nombrar el día del robo, ni aclarar el asunto en la Policía, donde se pueden comparar mis huellas dactilares con las de su bolso. Creo que es absurdo pensar que la señora extranjera tiene algo que ver con el robo. El verdadero ladrón nunca devuelve nada a su víctima, sino que sale corriendo, y hay que ser agradecida con la extranjera, porque normalmente en los bolsos tenemos más que monederos, también DNI, tarjeta de transporte con la dirección de casa, las llaves, el teléfono móvil, etc. Perder todo eso, así de golpe, es un desastre.
Por casualidad, coincidí con la mujer en los cursos de uso de teléfono móvil (las dos somos pensionistas). Así me enteré de que se llama Fina. Me gustaría denunciarla por injurias, pero tengo que saber sus apellidos, dirección, etc. Por supuesto, ella no quería presentarse, pero se disculpó de una manera muy peculiar: «Perdóname, pero no quiero hablar con usted», o «perdóname, pero déjame en paz», o «perdóname, estoy segura de que fue usted quien me robó, pero no tengo pruebas».
En esta lamentable situación con hurto, encontrar una bolsa tirada en un lugar público no es nada del otro mundo. Esta vez no he sido yo, pero podía ser, igual que el chófer del autobús, un camarero de un bar, un vendedor, o un transeúnte en la calle. ¿Qué hay que hacer en este caso? Lo mismo que hizo la extranjera. Pero yo ahora lo veo un poquito (bastante) complicado, porque la propietaria del bolso perdido puede tener «mala leche» y envenenar con su maldad a una persona honrada y digna, aunque sea extranjera.

L. T.

4 comentarios

  1. HOLA, LO SIENTO, PERO TAMBIEN SOY ESTRANGERO E CADA VEZ MAS,NAO PUEDO ACREDITAR NA FALTA DE EDUCACION DESTE PUEBLO, NAO SEI DONDE FUERAN EDUCADOS O SE TIVERAM PADRES E NAO BORRACHOS.
    PERO LEVANTE LA CABEÇA, NOSOTROS ESTAMOS ACA,CREIO QUE NAO POR DINERO,PQ ISTO ESTA PEOR QUE LA MADRE QUE ME PARIU.TU HA SIDO SUPERIOR EN NAO TRATAR-LA DE LA MISMA FORMA DE RESPEITO.UM SALUDO CARINHO

  2. Hola.
    Siento que te haya pasado esta experiencia desagradable y que has sido muy educada en tu relato.
    Aunque me gustaria decirle a Claudio, que no se debe generalizar…
    Una vez tube una mala experiencia con una mujer, se puso histerica, hecha una furia y queria denuncirme de miles maneras, con el tiempo descubri, que esta señora padecia exquizofrenia, estaba enferma…Y deje de darle importancia a aquel suceso.A lo mejor la mujer del autobus, tambien estaba loca…por que lo parece.Pero creo que es muy peligroso generalizar de esa manera. No creo que todos los Españoles tratemos mal a los extranjeros ni mucho menos, ni al contrario tampoco, lo que pasa es que gente amargada y enferma mental hay en todos los paises.
    Suerte y espero que no te vuelva a pasar.
    Y tu Claudio, espero que tengas suerte tambien y que empieces a conocer gente que te haga cambiar tu oipinion.

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