Lo trágico sería creer que ya se han logrado.
Jacinto Benavente
Hay sin duda matices de significado entre los vocablos querer y desear, pues éste último fenece al cumplirse sus objetivos, si bien la esperanza nos ayudará a producir ese salto entre ambos, haciendo posible que con ella se dé propio significado a las ilusiones de cada día. Llamémosles como queramos, pero lo que pudo haber terminado en pura comedia debiera más bien ayudarnos a conseguir la finalidad de nuestra existencia.
Si Jacinto Benavente (1866-1954), premio Nobel de Literatura en 1922, llevó al escenario toda una galería de tipos humanos, pretendió dar relieve hasta a lo más intranscendente en el quehacer humano. Sus personajes cobran vida y expresión al aplicárnoslos a nosotros mismos cuando nos movemos entre la desesperanza de lo no conseguido y la ilusión de lo por venir, a veces en situaciones en que los intereses no sólo despiertan los deseos sino la fraudulencia. De tal tipo de despersonalizados, comentará otro caracterizador de personajes en escena en nuestro tiempo, «la felicidad no estuvo en que hicieron lo que quisieron, sino en que se negaron a hacer lo que tenían que hacer», se explicó Jean Paul Sartre frente al teatro de la vida.
La esperanza suele llegarnos como fruto de los deseos mejor madurados antes de que se desvanezcan en puros recuerdos, nos amonestará otro maestro del acontecer que nos sobrepasa, Miguel de Unamuno, para que no quede para un mañana lo que debemos arrostrar cada jornada, porque su prolongación pasaría a ser nuestra mayor tortura, pues no hay cosa peor que las esperanzas no cumplidas a su debido tiempo.
No valdrá la pena vivir sin desear cada vez algo nuevo, parece explicarnos Jacinto Benavente a través del escenario, con máximo laconismo, que es la palabra que definiría mejor su obra y sin eufemismos, semejándose a las coplas populares que con simples juegos de palabras logran que nuestras más simples ilusiones se convirtieran en deseos por cumplir, rimándolas con esperanzas antes de que aboquen a recuerdos de tragedias que pudieron fácilmente haberse evitado: «Quien espera desespera / Quien desespera no alcanza / Por eso es bueno esperar / Y no perder la esperanza.
HECHOS Y DICHOS
Hay deseos que durarán toda la vida, por lo que nunca podrán cumplirse. Rainer María Rilke
REFRANERO
Las pasiones se mitigan a base de nuevos deseos.
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