José Manuel Martínez Andreu
Candidato nº 3 de EUiR Alicante para el Congreso
En democracia, el axioma «un hombre -o una mujer-, un voto» resulta primordial. Y no por repetirlo deja de ser esencial. Cualquier sistema electoral que prescinda de este mandamiento cívico corrompe la decisión de la ciudadanía soberana. Oscar Alzaga califica el nuestro de maquiavélico con la razón que le otorga el haber participado en su gestación. Maquiavélico, sí: porque su fin es aislar para expulsar a cualquier fuerza política de ámbito estatal que no sea el PP o el PSOE. La Ley Electoral española se diseña con el claro propósito de llegar a un parlamento bipartidista permitiendo la presencia de algunas de las fuerzas nacionalistas periféricas a las que se les concede una representación corregida al alza. Mejor los nacionalistas que los comunistas, pensaron, y siguen pensando. El dato es concluyente: para que Izquierda Unida consiga un diputado o una diputada tienen que votarnos unos 250.000 electores y para los de ERC, por ejemplo, unos 65.000. ¿Por qué no se ha cambiado este anacronismo antidemocrático en 30 años? Díganme, ¿es justo?
Pero el Partido Comunista de España antes, Izquierda Unida ahora, ha resistido el envite de esta ley retrógrada y antidemocrática, dejando jirones de votos en el camino «hasta la victoria final», dirían los dos partidos hegemónicos, es decir, hasta la eliminación, hasta la purga de los incómodos. El primer espacio electoral en caer, la primera víctima política fue el centro y la UCD repartió escaños, restos de ideología y apellidos a los ahora centrados PP y PSOE. Pero, en un lugar del hemiciclo, todavía resisten los irreductibles sillones de Izquierda Unida. Estrategias para la conquista de sus escaños no han faltado. Una de ellas, la que más destaca y se repite, desde mucho tiempo atrás, es la llamada a la utilidad del voto. Cayeron en ella desde Carrillo hasta Sabina con su ceja, pasando por Tamames, Curiel, Alcaraz, López Garrido y Ana Belén con su Víctor Manuel. Les debe haber fallado el druida y su pócima. La existencia del voto útil oficializa, da por sentada, la existencia del voto inútil en este injusto sistema electoral. Se despoja así de la soberanía popular al ciudadano que lo emite, sin miramientos y de un plumazo, pasando éste a pertenecer al amplio espectro del ciudadano inútil. Una categoría que nuestra Constitución no contempla, pues proclama que la soberanía popular reside en el pueblo. Para algunos de nosotros y muchos de vosotros, debe tratarse del pueblo de al lado, de otro pueblo. Deduzco por eso que uno de los motivos de abstención está en la rebelión de los inútiles, que se niegan a participar de un sistema que los desprecia. Prefieren despreciarlo ellos mismos, convirtiendo su inutilidad pasiva en activa protesta electoral. Y eso no es así. No debe ser así. La abstención es resignación y sólo beneficia al bipartidismo. La auténtica rebelión es la de votar. Tengo que poner el ejemplo de la ciudad de Alicante y las pasadas elecciones municipales. Allí se evidenció el efecto perverso del utilitarismo electoral al otorgar al PP de Díaz Alperi el escaño de EUPV por 79 sufragios. Sí: faltaron 79 papeletas de EUPV para quitar el gobierno al sr. Alperi. El concejal que dio la mayoría al PP dejó en las papeleras muchos votos del PSOE y de otros. Es evidente que fueron todos útiles, pero, ¿para quién? ¿Pensarán igual Etelvina Andreu, Ciudadanos por Alicante y la Conferencia Episcopal? Bueno, también podrían argumentar todos ellos que EUPV debió retirarse como ahora predican Isaura y su Iniciativa. En estos comicios, la situación es semejante a la de Alicante en las municipales. Nuestro diputado por EU en Valencia depende de nuestros votos en toda la Comunidad. Nuestra responsabilidad es alertar a la ciudadanía: si no lo conseguimos para EU, irá a engrosar las filas del PP. Así de simple. Ustedes verán.
Ciudadanos y ciudadanas declarados inútiles, la rebelión democrática contra un sistema electoral injusto que corrompe nuestra soberanía reside en el voto consciente y militante. Ni utilidad ni gaitas. Reventemos las urnas a golpe de papeletas. Hagámoslas útiles. Y, les aseguro, en Esquerra Unida les daremos utilidad: ética, honradez y socialismo.
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