La abstención sería todavía más alta si no fuera por el miedo al PP -que el PSOE intenta aprovechar con arribismo y demostrando tener pocas ideas-, y es que el panorama es desalentador. Muchos desearíamos una democracia directa y participativa y nos debemos conformar con un conjunto limitado de partidos que no representa de manera suficiente la pluralidad de la sociedad, una pluralidad que se reduce todavía más y se deslegitima con la ilegalización de algunas formaciones políticas. Además, el sistema de recuento falsea las proporciones de la mano de la ley D’Hondt. ¡Ya sólo nos faltaba la última de los medios de comunicación! Convocar debates de los dos partidos más grandes promociona un bipartidismo que vulnera los derechos de los ciudadanos que no votan a estas dos fuerzas políticas, porque intenta relegar a las otras opciones a la marginalidad. Además, el grueso del periodismo está haciendo un papel antiprofesional vaciando de contenido todavía más la información: comentan el color de las corbatas, los relojes de pulsera, las expresiones faciales, la confianza que se proyecta en los discursos… primando la forma y poniendo en evidencia el carácter publicitario y de márketing de este sistema político. Haciendo ironía, podríamos decir que nos hacen un favor ahorrándonos los contenidos de algunos discursos: por ejemplo, el del PP, que se lo está jugando en una apuesta desacomplejadamente ultraderechista al estilo Losantos, o el del PSOE que destierra cualquier duda respecto a su posición política: el centro-derecha. Y es que no puedo olvidar a Zapatero haciendo todavía más rebajas fiscales (¡ya ha privado a las arcas públicas de 8.000 millones de euros!) con la promesa de los 400 euros, una medida populista, chantajista y derechista, que obligaba a Rajoy a criticarlo desde la izquierda, ¡argumentando que era una medida injusta con los más pobres, que no hacen declaración de la renta! Los «socialistas» (la nomenclatura es poco adecuada) van tan a la derecha que no se pueden diferenciar de los «populares» en políticas económicas, aun cuando sí tienen una raíz más democrática y una postura más moderna en temas sociales. Espero que la sociedad sea más madura que ellos y rompa este bipartidismo que nos acerca peligrosamente a la situación norteamericana con dos partidos: uno de derechas y uno de derechas redobladas; una situación que sería ideal para los grandes grupos económicos, para los que resulta muy sencillo «seducir» a los grandes partidos.
Jordi Oriola
(Barcelona)
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