Parece ser que a Cayetano Rivera Ordóñez le crecen los enanos. Que yo sepa, jamás ha destacado por ser buen estudiante, aún habiendo cursado Empresariales en Suiza. Intentó meter la cabeza en las pasarelas de moda, en el cine; toreando en 2007 tuvo, como número profético, siete cogidas: esperemos que este año (bisiesto) no haga «hilo» y sean ocho los percances taurinos. Con respecto a su vida sentimental, tampoco hay que echar las campanas al vuelo, pues su matrimonio con Blanca Romero fue efímero, apenas dos años y medio, incluso teniendo una hija tan preciosa como es Lucía. Supongo que su esposa, harta de mantenerle, le mandó al garete, dado que ella, aparte de bella, elegante e inteligente, es «curranta» y responsable. Ahora, el diestro (supuestamente) mantiene una relación con Ana Bono, hija del ex-ministro socialista, D. José Bono. Ana me parece una «niña» educada, honesta y con su carrera de abogacía concluida. No sé si estará dispuesta a tenerlo de «parásito»: si el romance cuaja, espero le vaya mejor que con su ex-exposa. Este chico, al parecer, siempre ha vivido a la sombra de su madre, Carmina Ordóñez y, ahora que ella falta, no ha tenido más remedio que abrirse camino en la vida; lucha por alcanzar un puesto en la sociedad, pero hay personas que jamás logran encajar en algo. Ya dice el refrán: «¡Oficial de mucho, maestro de “ná”!». En muchas familias anónimas con hijos no famosos, también se dan esas circunstancias, en las que los muchachos no valen para estudiar ni para trabajar y, por mucho esfuerzo que hagan los padres, es como echar sal en un saco y meterlo al río. Peor es cuando el niño/a tiene aptitudes e inteligencia para los estudios, y le privan de cultivar su mente. ¡Ana y Cayetano: Perdonad si he dicho algo ofensivo! ¡Os deseo mucha felicidad en vuestra vida de pareja! ¡¡Felicidades a las mujeres trabajadoras!! ¡También al nuevo Gobierno!
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