Desde el Campanario, nº351

La recientemente pasada Semana Santa, para muchas personas, ha representado unos días de vacaciones y descanso donde se han divertido y lo han pasado bien; para otras, el recuerdo y la conmemoración de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que la han podido vivir en el recogimiento de los actos litúrgicos de la diversas parroquias y las procesiones en nuestras calles. Éstas han sido televisadas por diversos medios de comunicación nacionales y locales, siendo retransmitidas por excelentes comentaristas que nos han hecho apreciar la devoción de muchísimas personas al paso de las imágenes, aunque, a veces, es mejor dejar que el silencio hable por sí mismo a efectuar algún comentario inadecuado o fuera de contexto, como alguno de estos comentaristas, en el ánimo de no dejar de hablar en beneficio de los oyentes, han realizado en sus actuaciones, como, por ejemplo, al hablar de la religiosidad popular, no habiendo tenido en cuenta que ésta debe ser la expresión verdadera de la fe en las calles y no la generación de espectáculos que nos llevan a otro sentido de las procesiones.
Pues, bien, como todos los años y, en este caso, después de la resurrección del Señor, siendo lunes de Pascua, iniciamos unos amigos un viaje a Lourdes (Francia) con el ánimo de visitar a Nuestra Señora la Inmaculada Concepción y cumplir su mandato de ir a ella en peregrinación.
Después de un largo viaje, lleno de nuevas experiencias, pues tuvimos dificultades para atravesar el Puerto de Somport en la vertiente francesa por la gran cantidad de nieve que había caído, llegamos a Lourdes, donde hemos vivido grandes momentos de fe y esperanza, pues, a pesar de la lluvia y las bajas temperaturas permanentes durante los tres días de nuestra estancia, hemos podido comprobar la gran cantidad de personas de todas las nacionalidades que, a pesar de las dificultades meteorológicas, no tenían reparos en acudir con sus paraguas e impermeables a los actos religiosos al aire libre, así como los realizados en las diferente basílicas, como la procesión de las antorchas rezando el rosario a las 21 horas por el recinto monumental, la procesión del Santísimo bajo la basílica subterránea de Pío X, el Vía Crucis subiendo la montaña y las Eucaristías en la Cueva de Masabiell, donde tuvieron lugar las apariciones de la Virgen, conmemorándose en este año el 150º aniversario de las mismas. Todo ello, bajo una verdadera fe y devoción mariana, con la correspondiente alegría de la Pascua y resurrección del Señor, sin ningún tipo de espectáculo y bajo el recogimiento y la oración en las diferentes capillas del Santísimo. Todo el mundo es amable, sonríe y está feliz junto a la Santísima Virgen.
El regreso también fue dificultoso, pues, a la altura nuevamente de Somport, nos cayó una gran nevada durante algo más de 100 kilómetros y, a pesar de que no llevábamos cadenas, los quitanieves y la Guardia Civil nos fueron facilitando el descenso hasta casi Huesca, donde ya no nevaba, y pudimos seguir nuestro viaje hasta Torrevieja sin ningún tipo de problemas.

Carlos García

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