Una creía que el Partido Popular, tras la tradicional verborrea insultante y la irracional manera de enconar y crispar la vida política y social desde siempre, y más aún desde que perdieron las elecciones -según ellos, robadas-, éstos eran muy «inteligentes».
Pero, tras la agitada campaña, debates incluidos, he llegado a la conclusión de que, entre lo de «montañas y valles», los camareros ignorantes de nuestros gustos y costumbres, las mamografías a las inmigrantes, el famoso primo y, por último, «la niña», que no es la que calienta las aguas del Pacífico, la inteligencia bien entendida y aplicada del PP no es su fuerte, ni la moderación tampoco.
Por todo ello, están donde están.
Las encuestas y la derrota de los debates lo han demostrado. Ni las arengas y apoyo a Rajoy del ex-presidente Aznar, ni la incorporación a bombo y platillo como una gran baza del señor Pizarro les ha servido para reforzar las filas populares para ganar.
Francamente, creía que, además de agresivos en su léxico verbal y formas de actuar, con tantas manifestaciones oportunistas, xenófobas y provocadoras, con clero más víctimas incluidas, había algo más, y no ha sido así.
Jocosamente, lo del primo y «la niña» pasará. No será como lo de «cero patatero», que ha quedado como frase lapidaria para la posteridad inmediata, originaria del señor Aznar, para su gloria.
Tengo que decir que comprobar que esta derecha, la más rancia y retrógrada, no pasa la prueba del algodón, me tranquiliza, pues, como se preveía, la dura estrategia de acoso y derribo no les ha dado el dulce fruto apetecido del triunfo. Sí el de la derrota. Espero que de esto saquen conclusiones; les sirva de lección, rectifiquen y cambien de estrategia para la nueva etapa de gobierno del Partido Socialista, y sea más moderada, constructiva y sin crispación. Quizá sí lleguen otra vez a gobernar… ¡Ah! Y otra cosa: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios (esto va para la Iglesia).
M.C.
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