Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923)
Entre la pacotilla que colma las pantallas de la TV con el espectáculo de imágenes y textos, sin contar con el correo electrónico que se banaliza con demasiada frecuencia para transmitir el mero «chat» de mensajes de poco fuste, me ha llegado una carpeta con cuadros de Sorolla acompañados de la música de Joan Manuel Serrat, todo un gozo para la vista y para el oído.
Yo compararía en importancia la obra de Sorolla con la del pintor británico de la luz tenue, J.M. William Turner (1775-1851), que se inspiraba en la neblina del English Chanel, aunque las diferencias sean enormes, pues, para el valenciano, el mar cobraba sentido en relación con el trazado de la iluminación desde que emerge del Levante hasta que sucumbe en el camino estelar de las tardes marineras. Es curioso anotar que todo el continente europeo sigue el curso de este Mar Mediterráneo «entre tierras», y que se sienten protegidas por el gran lago abierto al extenderse por las masas marinas que nunca sucumbieron a la mítica desaparición de la Atlántida.
Me ha dado por indagar en lo que significa no sólo para el pintor levantino, sino para nuestra simple vida la importancia de esa Luz que se extiende en sus lienzos como el céfiro al mover los cuerpos desnudos de los jovencitos entre las olas o las gasas con que protegen su pudor las mujeres maduras siguiendo el sentido de los antiguos mitos a su paso por el «arje» o inicio de la escuela de Mileto, sugiriendo el paso de lo tangible a lo inteligible y que en arte ha producido verdaderos genios de la talla de Velázquez o de los impresionistas. Siempre me ha conmovido aquella frase de solera que lee el cometido de la parturienta como «dar a Luz», es decir iniciar a la Vida a la que Sócrates compara a la tarea de quien se dedica a enseñar.
Pero no nos paremos aquí, pues un simple análisis de la Luz como pura energía nos hará ver que dependemos de ella más que de los otros elementos, por más que nos acostumbremos a vivir refugiándonos en la energía de la electricidad, que no escapa a la fluidez de lo luminoso. «No vemos la luz con los ojos, sino con el corazón» había dicho el héroe de Saint Exupéry en el célebre cuento «Le Petit Prince», pues sería imposible iluminar una escena sin que a la vez volviéramos a los orígenes de la Vida.
HECHOS Y DICHOS
La Luz es lo Emocional en la Vida. Asociación LaVidaEsLuz
TONADILLAS DE JOAN MANUEL SERRAT
Entre la playa y el cielo
Nací en el Mediterráneo.
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