Desde el Campanario nº353

En diversos artículos que hemos venido escribiendo con anterioridad veníamos denunciando los problemas económicos que podían generarse con las directrices económicas que estaban adoptando los responsables de nuestro país y, actualmente, podemos apreciar palpablemente que no nos estábamos equivocando. La inflación para precios del consumidor en el mes de marzo se ha situado en el 4,5%, el desempleo aumenta y lo peor es que no se generan puestos de trabajo.
Esta situación, según la OCDE, empeorará para el próximo año 2009, y solamente se empezará a ver la luz, a finales de dicho año, por lo que se avecinan malos momentos para los precios, los intereses de las hipotecas y el empleo.
Hemos detectado a través de varias fuentes que muchos inmigrantes se están marchando de nuestra ciudad: en los colegios se han marchado muchos niños con sus padres a sus lugares de origen o buscando una reorientación laboral; en Cáritas se aprecia el mismo efecto, ha bajado la demanda del número de ayudas en los inmigrantes, pero se ha intensificado el importe de las mismas ante las amplias necesidades de los que quedan sin trabajo con alquileres e hipotecas por pagar. Éstos están poniendo sus viviendas a la venta para no perder lo que ya han pagado de las mismas, pero, dada la recesión en que estamos metidos, no encuentran compradores ni vías de solución.
Había indicadores económicos que permitían detectar esta situación, pero los políticos, en lugar de conducirnos hacia una situación de austeridad y ahorro, en una palabra, indicarnos que teníamos que apretarnos el cinturón, nos alentaban al consumo desenfrenado anunciándonos que nuestra economía crecía y que íbamos muy bien, pues, aquí y en estos momentos, tenemos los resultados.
Los profetas del Antiguo Testamento denunciaban las situaciones injustas que afectaban a la mayoría del pueblo y, para solucionar las mismas, daban una alternativa. Pues bien, yo pienso que es hora de que nuestros gobernantes nos indiquen qué debemos hacer para salir lo antes posible de esta situación, aunque la cosa está muy clara: debemos gastar menos, ahorrar más y aumentar nuestra productividad, ya que tenemos una de las más bajas de Europa, mientras nosotros producimos 0’8 los europeos producen 1’8, o sea, más del doble que nosotros. Estas medidas harían que bajase el consumo interior, más productos en el mercado y, por consiguiente, bajarían los precios y también los tipos de interés de las hipotecas.
Recientemente, nuestro ministro de Economía ha declarado que iba a inyectar en el mercado 10.000 millones de euros vía reformas fiscales. Creo que no es el momento de hacer eso, sino todo lo contrario, retirar circulación fiduciaria para frenar el consumo y así la tendencia de los precios.
Me queda solamente decir que, en estos tiempos de vacas flacas, los empresarios también deben ser un poco solidarios y aguantar lo posible el empleo de sus trabajadores, ya que en la época anterior sus beneficios fueron abundantes.  

Carlos García

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