Debe de ser muy duro tenerlo todo y verse ahora de esa manera. El nuevo Gobierno lleva en su agenda revisar las leyes, aplicar duras penas para los violentos de género, pero ha de andar con tiento, ya que muchas denuncias son falsas y ocultan puntos oscuros. Yo tengo un amigo al que su mujer y su hija le hicieron la vida imposible, hasta que viendo que no se iba de casa, le denunciaron por malos tratos. La «Justicia» le dejó en la calle, sin nada: tuvo que vender el chalet, malvender el coche y el remolque para darles a ellas la mitad. Cuando se pone a trabajar, le embargan parte de la nómina para que le pase una pensión a la ex esposa enferma y a la hija estudiante. Como él dice: «¿para qué voy a trabajar: para ellas? ¡Anda y que les den!». De manera que, a veces, me lo encuentro revolviendo en los contenedores, y nos estamos un rato hablando: «¡¡Ahora soy feliz!!», me dice, «¡¡al fin he podido desembarazarme de las dos brujas!!». Si me coge con algo de dinero, le doy lo que puedo, pero no siempre es así. Él me lo agradece, pero con una sonrisa triste, exclama: «¡Las aves del cielo comen cada día sin necesidad de trabajar!». «¡Hijo mío!», le digo, «¡te pareces a Jesucristo y sus parábolas!». En serio, es muy doloroso ver a personas honradas y trabajadoras vagar por las calles como alma que lleva el diablo, a causa de una lengua viperina o por fallos en el Poder Judicial (el verdadero trauma es para los niños). Por eso admiro a Terele Pávez y el valor que le echa a la vida (desafiando a una sociedad sucia y ávida de sacar los trapos sucios al más pintado), mostrando ese lado tierno, libre y humano de tomarse unas horas sabáticas para departir con los desheredados de la fortuna ¡Te envidio -sanamente-, amiga, y, si pudiera, también yo sería otra Terele Pávez anónima, feliz, al aire libre, volando como un gorrión!
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