La autocrítica del fenómeno humano como medio de superación

Terencio

Los antiguos creían más que nosotros en el ser humano, aunque se fiaban menos de él debido a la complejidad que supone un ser vivo cuando prueba ser diferente en su individualidad, sin conformarse a pautas previsibles como suelen hacerlo otras especies, aunque yo nunca he visto dos gatos que sean totalmente idénticos el uno al otro.
Publio Terencio Afro (190-159 antes de nuestra era) nació en Cartago y escribió sátiras ingeniosas sobre la duplicidad que supone el ser humano en su convivencia, y sus comedias con dichos perspicaces sobre el proceso de superación que implica caer en la cuenta que lo que ocurre a uno de nosotros puede pasar igualmente a cualquiera, porque compartimos los mismos temores y aspiramos a la superación de lo que hace de nosotros seres que no pueden exceder sus límites. Ya Pitágoras lo había explicitado en su definición del «anthropos» como «mortal por lo que teme, pero inmortal por lo que desea», marcando así las dos vertientes que limitan nuestra existencia sin que perdamos la oportunidad de progresar en todo lo que programemos.
Las críticas al hombre como fenómeno analizable son variadas: «El ser humano se cree más de lo que es, pero se estima en menos de lo que vale» había dicho Goethe, respaldado por infinidad de observaciones sobre lo que supone improvisar constantemente sin ofrecer respuestas convincentes aunque el paso del tiempo avale lo que hayamos hecho: «Los seres humanos se parecen mucho a los vinos de solera, pues la edad agría a los malos y mejora a los buenos», había observado Cicerón.
Lo más interesante sería pensar con Cervantes que habrá que respetar lo diverso que supone el mero hecho de ser hombre pues «cada uno supone una variedad de nuestra especie», y será esta crítica que hagamos cada uno de nosotros la única manera de superar los límites que suponen  para cada uno el hecho de ser humano, aunque no todos lo logren igualmente.

HECHOS Y DICHOS
Soy hombre y nada de lo que es humano me es indiferente. Terencio

PROVERBIO RUSO
Se necesita mucho tiempo para dar la vuelta a un ser humano.

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