Antonio José Vera Ortigosa
Comision Ejecutiva Local PSOE Torrevieja
Asistimos el miércoles a un momento de esos que, sin pretenderlo, pasan a formar parte de nuestro recuerdo y nuestra historia viva. La frase del sr. Camps calificando a Torrevieja como «la capital de la España del siglo XXI» es una insensatez de tal calibre que conviene tomarla a coña antes de que nos pueda llegar a afectar emocionalmente. Porque cualquier persona sensata, cualquiera de los miles de torrevejenses que para vivir necesitamos trabajar, cualquiera de los que no tiene que acudir donde le mandan porque su empleo esta en juego, cualquiera de los que no viven de hacerle palmas al amo de un cortijo con el único sueño de no trabajar nunca más, ni se imaginan de lo que podemos ser «capital».
Yo tampoco sé de qué podemos serlo. Por lo que se ve, se escucha o se intuye, estamos cerca de serlo de muchas cosas, de la desidia administrativa, de la delincuencia común y organizada, del urbanismo salvaje y medieval, del clientelismo y la prevaricación, del aparcamiento imposible, de la disgregación social, del provincianismo, del medio ambiente aniquilado, de la inoperancia de los servicios públicos y, sobre todo últimamente, del desempleo.
El trabajo concienzudo de 20 años de gobierno local del PP nos ha llevado a depender única y exclusivamente de una fuente de ingresos, la construcción, ha impedido la diversificación de nuestra economía local, y, como remate, está acabando con nuestra gallina de los huevos de oro, el turismo residencial, y está haciendo tambalearse la otra, la hostelería.
Para colmo, el despilfarro continuado, el uso de medios y fondos municipales para fines que aparentan ser dudosamente públicos (como el «cumpleaños» del miércoles, ejemplo perfecto de la confusión entre lo mío y lo de todos) ha provocado un déficit a las arcas municipales insostenible, que nos maniata además a la hora de iniciar proyectos para hacer frente a la depresión económica que sufrimos, de forma particularmente fuerte, en Torrevieja.
Sólo se me ocurre algo en lo que sí somos capital: en perpetuar a un tipo de políticos en el poder (y en la supuesta oposición), que no sé si es que tienen un concepto muy etéreo de la moralidad y el servicio público, o simplemente son unos ineptos como administradores y no dan para más.
Para hacer frente a esto, sí deberíamos convertirnos, inmediatamente, y por la cuenta que nos trae, en la capital española del sentido común y de la patada en el trasero a tiempo. A ver si espabiláramos de una vez.
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