El Periódico de Torrevieja nº360

La lluvia que en esta primavera no paraba de caer -y buena falta que hacía- deslució algunos de los actos programados, haciendo sufrir bastante a los organizadores.
Al final, la mayoría de ellos se van celebrando según lo previsto. En los huecos sin lluvia fueron saliendo adelante las fiestas del Sagrado Corazón, en el barrio de La Punta, y también los asociados de APAEX consiguieron celebrar sus actos festivos. Pero no sucedió lo mismo con el concierto de Estopa, que, al ser al aire libre, no pudo llevarse a cabo y se tienen que devolver las entradas.
Mientras tanto, en esta semana se inauguraba el nuevo Archivo Municipal, y el Real Club Náutico de Torrevieja ha rendido, por fin, un merecido homenaje a su primer presidente, don Tomás Lanzarote, que, la verdad ya se echaba en falta que alguien le recordara.
Y es que la muerte de este hombre, que en su momento hizo tantas cosas en Torrevieja y que, además, presidió la Cruz Roja varios años, quedó ahí un poco olvidada. No se sabe bien por qué no se le ha dado la relevancia que merecía, como a otras personas.
Ahí se puede ver claramente lo efímeros que son los brillos que conllevan los cargos, que, mientras se está en ellos, parece que todo el mundo les quiere, les mima y les venera, pero, en cuanto ya no están en la brecha, se les olvida con la misma facilidad pasmosa.
Los aduladores son así, hoy te quieren, te ríen las gracias y te dan la razón en todo. Mientras te pueden sacar producto, se postran a tus pies si hace falta y parece que te adoran como a un dios, pero el día en que se acaba el poder, allí se acaban ellos y sus adulaciones falsas. Y si, para colmo, han cambiado las circunstancias, entonces son capaces de negarte, como San Pedro, las veces que haga falta.
Lo más triste es que les puedes ver «adorando» al que toque después sin el más mínimo problema y con el mismo fervor y entusiasmo.

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