Fiestas sin semántica

Festividad de los Apóstoles Pedro y Pablo. Con San Juan, autor del «evangelio espiritual» y también del Apocalipsis, los tres pilares fundamentales de nuestra Iglesia. Pero hogaño ha de tener una singular connotación con uno de ellos, Pablo de Tarso, que en esa ciudad, capital de la Cilicia, nació hace 2.000 años. Benedicto XVI ha convocado una cita para todo el orbe católico como es el Año Paulino, y que ha sido inaugurado el sábado día 28 en la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma y donde está enterrado.
Quedó intitulado para siempre como Apóstol de los gentiles (extramuros se situaban entonces, como ahora, los cementerios y de ahí el sobrenombre). Asistió el Patriarca Ortodoxo de Constantinopla y representantes de otras iglesias y comunidades cristianas, dado el marcado carácter ecuménico que el Papa quiere resaltar en esta celebración. Programa General, que se podrá descargar por Internet, información sobre itinerarios a los peregrinos que quieran ganar el jubileo, y multitud de actos conmemorativos como conciertos, ciclos de conferencias, congresos y publicaciones sin cuento sobre ese Apóstol que pasó de perseguidor belicoso de cristianos a  predicador entusiasta del Cristo, que se hizo con él en el camino de Damasco. Sus sueños de grandeza para su pueblo, Israel, fueron borrados por ese inefable misterio de la encarnación de Jesús y por su posterior muerte de cruz y resurrección (he hablado de publicaciones y es de obligado cumplimiento señalar una tan admirada y relevante como es la de Don Antonio Marcos, nuestro Vicario de la Inmaculada, que es una pura delicia).
Comunicar que, dada la mayor afluencia de fieles, pues nos ha venido julio un año mas, desde el próximo fin de semana habrá ya dos misas vespertinas en sábado y domingo. Ocho y nueve de la tarde.
Y hoy no puedo terminar, perdónenme, sin celebrar ese acontecimiento tan poco político e inolvidable como el que nos hicieron vivir nuestros futbolistas, que, defendiendo los colores na-cio-na-les,  se han colocado a la cabeza de Europa y del mundo. A nuestro presidente del Gobierno, del que no suponíamos un forofismo tan explosivo como el demostrado en el palco de honor en presencia de su homóloga alemana, después de los parabienes, de sus discursitos cursis y de su permanente sonrisa-máscara, más le valiera ponerse a trabajar para solventar o paliar en la medida de lo posible la mala situación económica en la que nos encontramos. Y no apele a la suerte que dice tener. No valen complacencias, sino entrega sin ambages. Y deje de aporrear a la semántica, que es cosa de filólogos y eruditos. Porque habrá visto en las calles y plazas de España el concepto de una cosa grande que no debe ser discutida ni discutible y por la que merece luchar hasta la extenuación.

JortizrochE

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*