Hay quien se empeña en negar la evidencia, lo que todos vemos a diario, y se inventa otra realidad paralela, hecha a medida, con todo perfecto y maravilloso. Si además cuenta con los apoyos y aplausos de algunos interesados, quizá porque se aprovechan de la situación, diciendo que sí a todo, tratando de ignorar lo obvio y asegurando que todas las cosas son geniales, puede que algunos problemas se acentúen.
La vida no siempre es como quisiéramos que fuese. Esto lo aprendemos normalmente cuando dejamos de ser niños. Pero si nos empeñamos en querer ver sólo «un mundo feliz» a nuestro alrededor, negándonos a aceptar la auténtica realidad, corremos el riesgo de dejar que las cosas lleguen a un punto en el que no tengan buena solución.
A los problemas hay que plantarles cara y solucionarlos, o al menos tratar de hacerlo, cuando aún estamos a tiempo, porque si nos negamos a verlos puede ser que se enquisten y cuando queramos ponerles remedio sea demasiado tarde.
No resulta nada bueno alejarse del suelo y de la realidad cotidiana, del día a día, del mundo real, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Es cierto que a todos nos gusta más lo bueno, qué duda cabe, que a nadie le resulta agradable reconocer que tiene cosas que no son tan buenas, o que se ha equivocado en algo, pero a veces sucede así y con empeñarnos en ignorarlo no solucionamos nada, sino que quizá lo agudizamos más aún.
Hablando de realidades, estamos viendo cómo el nuevo paseo de Vista Alegre va quedando bastante bien. Lo que sucede ahora es que se notan mucho más las deficiencias del contiguo Paseo de la Libertad. Al ir caminando de uno a otro, nos lo encontramos ahí enmedio, entre los otros dos nuevos, con todo el suelo levantado, que si no te das cuenta hasta tropiezas. Tal vez no le vendría mal una renovación, aunque sólo fuese un pavimento nuevo.
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