Eras embrujo…

Antonio José Vera Ortigosa
Comisión Ejecutiva Local PSOE-Torrevieja

La prudencia y el sentido común hace que muchas veces te niegues a ver lo que es obvio. O simplemente lo dejes correr, porque son tantas y tantas las cosas importantes en proceso de descomposición que se ven a nuestro alrededor que algunos temas parecen intrascendentes en determinados momentos.
Con la crisis económica actual, agravada en nuestra Torrevieja por culpa de una prolongada gestión municipal tan incompetente como dilapidadora, puede parecer una frivolidad pararse a pensar en el Certamen de Habaneras. Pero, como la Habanera es algo tan nuestro, y es tan obvio que el Certamen no funciona y va sin rumbo hace ya años, no intentar abrir un debate público sobre su futuro me parece imperdonable.
Todo en él, mires donde mires, es incongruente. Lo es el hecho de decir que la Habanera está en nuestra idiosincrasia. Lo estuvo hace 30 años, cuando esto era un pueblo. Ahora, para ese 70% del censo que tiene sus orígenes a, como mínimo, 2.000 km de aquí, la Habanera es una anécdota en su idiosincrasia, algo que ni entienden ni les importa. Que los de aquí no queramos ver esto, es un problema. Que no lo quieran ver nuestros gobernantes es una temeridad para el futuro del Certamen y demuestra lo alejados que están de la gente a la que dicen representar.
Es incongruente también su duración. Por sus dimensiones, este género musical no permite un Certamen tan largo. Aun así, se le obliga a arrastrarse durante una larga semana con el único fin de esconder el absoluto vacío cultural existente en Torrevieja, colgándole además una losa al cuello, la polifonía, que hace de las veladas algo inacabable, asfixiante y tedioso, algo que nos roba con su monotonía el ensueño y la magia que crean unas Habaneras bien cantadas.
Tanta duración lleva, irremediablemente, a tener que rellenar las veladas con contenidos inapropiados. La indiferencia por las Habaneras de los coros procedentes de lugares exóticos es tal que no sólo son incapaces de pronunciar bien la palabra Torrevieja, sino que nos obligan a tener que soportar versiones de piezas maestras que insultan el buen gusto y la memoria del que las creó.
El resultado de todo este despropósito es una asistencia de público escasa. En las Eras, un recinto de por sí reducido y asfixiante para un Certamen que se precia de internacional, sólo se consigue un aforo decente cuando actúan los coros locales y hay foto y entrega de premios. ¡¡Ah!! Y cuando viene el sr. Camps, pero no porque despierte pasiones, sino porque el Ayuntamiento organiza batidas por los centros de la 3ª edad a la caza de abuelos aplaudidores.
Hasta aquí todo lo expuesto se puede considerar subjetivo, un punto de vista personal formado a través de vivencias propias y opiniones recogidas de muchos aficionados. Pero hay cosas que no son subjetivas, que son reales. Tan reales como la ruina económica que nos supone el evento. Año tras año, el Certamen no genera ningún tipo de beneficio económico ni turístico, y le cuesta a las ya esquilmadas arcas municipales millón y pico de euros. Ver las hordas de azafatas sin ningún tipo de función y el despliegue de medios para atender a los «vips» es comprender para lo que sirve únicamente: para que algunos se hinchen los bolsillos. A la postre, se ha convertido en sólo otro grano de arena en nuestra quiebra patrimonial.
También es real el hecho de que únicamente lo transmita una televisión de carácter local. En esto, vemos el grado exacto de desinterés que despierta el Certamen fuera de nuestro término municipal. Y eso, ya que estamos hablando del autoproclamado buque insignia de la cultura torrevejense, demuestra claramente el patetismo de la política cultural que promueve el PP local.
En mi humilde opinión, como aficionado y torrevejense, el Certamen necesita una renovación en sus formas, en sus contenidos, en sus objetivos y en sus gestores. Y necesita también verse rodeado de multitud de iniciativas culturales de nivel, que vayan más allá del folclore de barrio, que le demuestren a más de uno que no somos el ombligo del mundo, y que pongan a Torrevieja en el mapa de la cultura nacional e internacional. Que permitan, en definitiva, que el Certamen sea un verdadero buque insignia y un referente local.

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