¿Se puede hacer caso a los expertos cuando nos desaconsejan estar pendientes del móvil durante unas cortas o largas vacaciones porque nos dificultan el «desenchufe» total con la rutina de la vida diaria, que por otra parte es lo que se busca para descanso y auténtico relax de la psique? ¡Bonita encuesta sería ésa! Preguntar a todo quisque desplazado de su entorno -son/somos fáciles de distinguir- si lleva el móvil conectado o en silencio y por qué… o si lo lleva. Me figuro unas respuestas harto interesantes e ilustrativas de nuestra capacidad para obedecer ciertas señales que pudieran suponer mejoras en nuestra calidad de vida. Creo que seguimos de algún modo anclados en la oficina y en la fábrica, en la parte de la familia de la que nos hemos apartado, en nuestros hábitos buenos o menos buenos… Y dicen esos expertos que esa dificultad puede echar a perder las vacaciones… ¡Dios mío! Y entonces, ¿para qué vamos de acá para allá como pollos sin cabeza en busca de un efímero paraíso? Encuestas entre profesionales de empresas de recursos humanos advierten que casi un veinte por ciento de ellos empiezan agobiados sus vacaciones, por no haberlas preparado con tiempo, que eligen el viaje equivocado o que se necesita el sacrificio de una/s persona/s en aras del disfrute de los demás. No se hace ni caso de lo de la alimentación sana, de la práctica de algún deporte, de unas buenas lecturas que te motiven, y, sobre todo, de olvidarte de una excesiva y rigurosa programación, con la consiguiente esclavitud también en esos días del despertador y de marchar detrás del tambor… Termino con un párrafo enjundioso, o al menos a mí me lo parece, de un estudioso del tema, Álex Rovira: «Las vacaciones y los paraísos son interiores. Vivimos en una red de afectos, y si los que están cerca no son felices, nosotros no lo seremos tampoco».
Pues bien, Torrevieja está llena de visitantes, como todos los años, y será para bien, como esperamos, y nosotros, un grupo de amigos, nos hemos marchado para ahuyentar en parte el calor riguroso unos cuantos días a la Galicia del clima oceánico que suaviza las temperaturas y a la Galicia rural del bosque repleto de robles -carballos allí-, hayedos y pinares. Hemos «vivido» la comarca de Lemos con el Miño y el Sil discurriendo por sus fronteras y con agua suficiente para hacer navegable a este último por entre sus famosos cañones… ¿Mini-vacaciones relajantes? Hoy mismo ya hay premura para escribir porque El Periódico ha de salir el jueves, víspera de la Virgen. Y estando en agosto es la Fiesta de la Asunción de la Virgen, fiesta memorable para el catolicismo, que celebrará el misterio como acostumbra honrando a la Madre, que todo se lo merece, pues supo alabar siempre a Dios con corazón humilde.
JortizrochE
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