Según nuestros gobernantes ya estamos en crisis. Ahora sí que se reconoce como tal, hecho que hasta aquí no se quería reconocer por temor a la negativa propaganda mediática y pública.
Aquellas personas que tienen la responsabilidad de dirigir nuestro país se encuentran sin ideas de cómo solucionar esta crisis. Están desconcertados y no saben qué medidas tomar para frenarla: el desempleo se dispara, la inflación también, los intereses no digamos, la producción industrial desciende un 9’8%, también desciende el consumo y el turismo ha bajado un 30%. Todo esto hace prever que vamos a tener un otoño muy caliente. Pero lo peor es que la alternativa política tampoco tiene o aporta soluciones para paliar el camino hacia la recesión económica que se nos avecina.
El señor Ministro de Industria, nos ha salido con la idea de reducir los límites de velocidad en las entradas de las capitales y regalarnos a todos los españoles dos bombillas de bajo consumo, lo que, según él, reducirá la factura energética, una de las principales culpables de esta crisis. Los expertos en el tema se han sonreído sobre esta medida y hasta mis nietos me han dicho al hacer el comentario: «no digas chorradas, abuelo».
Yo creo que muchísimas personas de nuestro país no son conscientes de que esta situación nos afecta a todos los españoles directa o indirectamente, por lo que nuestro Gobierno debería contar la verdad a todos los ciudadanos y hacernos corresponsables de las acciones a emprender para desviar la tendencia recesionista, pues si nosotros no participamos activamente en ese proyecto, nuestros gobernantes, solos, no pueden sacarnos del atasco, por lo tanto, se nos debería instar a las personas sensatas, pues hay muchas que no lo son, a consumir menos energía: apagando las luces innecesarias en la casa, en las escaleras de comunidad, en los escaparates y luminosos, controlar el alumbrado de los Ayuntamientos, reducir el uso del coche y utilizar más los transportes públicos. También podríamos colaborar dejando de adquirir aquellas cosas que son innecesarias y utilizar menos el crédito financiero, así como aumentar la productividad en las empresas (producir más con los mismos medios) para que la oferta equilibrara a la demanda y bajaran los precios e incrementar la inversión pública para generar más empleo.
La Iglesia tiene un lema que viene aplicando desde siempre: ver, juzgar y actuar. Ver es hacer un análisis de la realidad actual y tener un conocimiento exacto de lo que está ocurriendo en los distintos estamentos sociales. Juzgar es ver qué nos dice el Evangelio de Jesucristo que se pueda aplicar a solucionar el problema que, en este caso, sería: colaboración, solidaridad, caridad y servicio en beneficio de del bien común para toda la sociedad. Actuar es poner en marcha aquellos elementos que nos ayuden a llevar a cabo la aplicación de nuestro juicio.
Todo esto creo que nos llevaría a paliar el problema que tenemos, pues bajaría la inflación, los tipos de interés, la factura energética y, en poco tiempo, podríamos activar nuevamente nuestra economía al tener más poder adquisitivo y aumentar el consumo.
Carlos García
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