José Manuel Martínez Andreu
Concejal Portavoz del Grupo Municipal
Esquerra Unida en el Ayuntamiento de Torrevieja
Aquel 25 de agosto de 1938 en Torrevieja, entre los escombros aún humeantes de las casas bombardeadas, aparecieron algunos supervivientes. Ese 25 de agosto, murieron asesinadas 19 personas del pueblo. Eran hombres, mujeres, niños, ¡qué importa!, las bombas no entienden de edades ni atienden a razones: No, no hay bombas inteligentes. Fueron asesinadas por la aviación italiana al servicio del general rebelde y golpista Franco, y, desde entonces, seguimos todos nosotros, los torrevejenses, debajo de los escombros del olvido y no parece quedar ningún superviviente. Torrevieja mantiene sepultado aquel día, aquel acto de terrorismo, bajo la losa de la desmemoria colectiva.
El pasado 25 de julio, durante el punto de ruegos y preguntas del pleno ordinario de la ciudad, rogué al todavía presidente de la Corporación municipal, Hernández Mateo, que diera alguna razón por el olvido de la moción de IU presentada en septiembre del 2007. Se pedía un simple tributo institucional y democrático para las 19 víctimas de las bombas «nacionales». Pedíamos, en esa moción, que la institución municipal pudiera elevar algún monumento alegórico en el puerto de Torrevieja. Al escuchar el ruego, el alcalde, de pronto y en cuestión de segundos, se retorció en su asiento, como poseído. Sus gestos se volvieron amenazantes presos de la ira. En su rostro se dibujaron facciones de odio y de su boca salieron soflamas anticomunistas, impulsado por una especie de resorte de visceral-fascismo. Como muy bien puede adivinar el lector, no fue necesario que contestara a mi ruego. Al hablar, como de costumbre, nos miramos a los ojos y al cruzar nuestras miradas y justo en ese momento, se me helaron las entrañas, y noté como unos escalofríos me recorrían la espalda. En su gélida mirada, vi de nuevo planear los Savoias, vi caer otra vez las bombas sobre el pueblo y volví a tener miedo, como lo tuvo seguramente la población civil de Torrevieja aquel 25 de agosto de 1938. No voy a decir que me sorprendiera la negativa a la tramitación de nuestra moción. En este consistorio es normal que se conculquen las reglas democráticas y así nos luce el pelo en el ranking estatal de municipios hostiles a la transparencia. En las olimpiadas españolas del abuso de poder y de la indignidad democrática, el oro es para Orihuela, para Torrevieja la plata. Reconozco, pues, que no hubo sorpresa. Lo que sí experimenté es una sensación de temor. Temor al ver el rostro del poder absoluto, de la soberbia y del rencor. Me di cuenta, como nunca antes, de que estábamos en manos de un alcalde con reminiscencias fascistas, en un gobierno que guarda todavía fidelidad al fascismo y que vive en adulterio con la democracia a la que ha prostituido. Incluso recuerdo cómo desde el PP torrevejense se llegó a negar la existencia del bombardeo del 38, del mismo modo que algunos negaron la existencia de los campos de exterminio nazis. Vergonzoso y aterrador.
Pues bien, alguno de nosotros, al parecer todavía cautivos y desarmados después de 70 años, este 25 de agosto saldremos de esos escombros casi eternos e iremos a depositar flores en las tumbas de las víctimas del bombardeo. Mientras tanto, en el puerto pesquero de Torrevieja, donde queremos un monumento conmemorativo y donde algún día estará, en ese lugar emblemático repito, donde murieron torrevejenses, víctimas del ametrallamiento y del bombardeo, ellos, los otros, depositarán en vajillas de plástico chorreantes, a manos llenas y pegajosas, los restos masticados del marisco gallego, brindarán a algunos de sus dioses con caldos de Ribeiro, allí en la carpa de la vergüenza, el monumento erigido a mayor gloria de la indignidad. Que os aproveche, malditos.
cuanto dolor y cuanta verdad amigo jose manuel, pero que se puede esperar de este energumeno? digo energumeno por no manchar mi boca con lo que mi cabeza piensa y mi corazo me dicta un saludo