No cabe la menor duda de la razón que tenía don Ramón de Campoamor, cuando aseguró aquello de que «en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira». No es lo mismo ver las cosas que van sucediendo desde un lado que desde otro.
Todas las circunstancias son susceptibles de ser observadas desde diferentes puntos de vista. Un claro ejemplo de ello pueden ser las llamadas jornadas gastronómicas del marisco, que se presentaron y promocionaron como algo estupendo para Torrevieja, mientras que los hosteleros locales, tan castigados, como todos, por la crisis que padecemos, no lo veían así y se quejaron abiertamente.
Ahora que acaba la temporada veraniega, tampoco es igual verlo desde el punto de vista de los que dejan los días de placer y descanso, para reincorporarse a la rutina del trabajo cotidiano, que de los que nos quedamos a disfrutar del cálido y tranquilo otoño torrevejense.
Tampoco es lo mismo, aunque sea igual de doloroso, recordar a los seres queridos que perdieron la vida en una tragedia, como la que sucedió desgraciadamente en Barajas, el pasado día 20; a querer recordar dignamente a otros familiares que también perdieron la vida en otra gran tragedia nacional, hace años, y que aún hoy se les niega ese derecho.
Son diferentes puntos de vista que, por suerte, ahora se pueden dilucidar con palabras, peticiones no atendidas y reproches por recordar lo que se intenta ignorar, pero que, en otro tiempo, costó la vida a muchos inocentes, que no tuvieron la suerte de nacer en una época como la nuestra. Alguien puede aseverar que todos tuvieron sus víctimas, y es cierto, pero no lo es menos que unos las pudieron llorar dignamente, mientras otros las tuvieron que ocultar como si fuesen una vergüenza, cuando eran igual de dignos. Eso es lo que hay que recordar, sobre todo para evitar que vuelva a suceder algo semejante.
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