Desde luego hay que reconocer que la tragedia ha sido tremenda. A día de hoy, 154 muertos, y entre los heridos, uno muy grave. Pero eso no justifica que nuestras televisiones y otros medios, llevados por una esquizofrenia informativa, se tiraran a la piscina de las especulaciones y se lanzaran desde el primer momento a vomitar datos sin contrastar y a meter en el ventilador de la sinrazón y la desinformación cualquier dato que a su criterio pueda ser interesante a los ojos del espectador, que, sentado en su butaca, ve cómo, con la excusa de informar, se entra al trapo de los sentimientos de personas anónimas rotas por el dolor. Y si no, ¿a cuento de qué se les pregunta a los familiares de las víctimas que sienten? ¿No está ya claro? ¿Qué buscan?
Los jefes de las redacciones lanzan a la calle batallones de entrevistadores, a la caza de caspa y asaduras, no importa a qué precio, y para ello no importa hurgar en las heridas de los dolientes, removiendo hasta sus más íntimos recuerdos. Se emiten vídeos y fotos que remueven las entrañas del corazón de la persona más dura. ¿Por qué se deja publicar la foto de las víctimas en el pabellón de Ifema, alineadas en el suelo? ¿Por qué esa prisa en que se desvelen las causas del accidente y que aparezcan responsables? ¿Por qué esa desazón, que se transmite a la gente y a los familiares en la tardanza de reconocimiento de cadáveres? (¡claro, como Trillo y sus adláteres, en 48 horas resolvieron el problema del Yak 42!). La respuesta es muy sencilla, no hay que dejar decaer el morbo y mantener esas audiencias millonarias, cuando nos sacude una tragedia de este tipo, a costa de lo que sea. Y si no, que se lo digan a los impresentables de La Noria, que el sábado pasado no dudaron ni un momento en abrir su tienda de «casquería» a granel, para regocijo de unos pseudo-periodistas que, más que informar, lo único que hacían es esparcir mierda y dudas, a través de la pequeña pantalla sin pudor alguno. Me pregunto: ¿qué pintan las diferentes oficinas de defensa de telespectadores y gabinetes de ética y moral ante tal derroche de acoso informativo, falta de ponderación y errores…?
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