Colesterol rima con Gasol (pero nada más)

Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro – Torrevieja 

Con las Olimpiadas, la imagen de Pau en televisión vende más. Y como siempre, algún listillo se aprovecha del asunto y pone en boca del deportista un discurso más propio de un comité de propaganda ideológico de algún partido político en el poder, que la metáfora de un atleta olímpico.
La «arenga» televisiva de Gasol (en la que nos da las gracias a todos por alegrarnos de que su vida le vaya tan bien, invitándonos a seguir su ejemplo) da grima, primero, por lo poco «ensayada» que la tiene y después, por lo mal que maneja los tiempos entre la introducción del mismo y la reflexión final (bochornosa, por infantil y fatua). Pau nos invita a que consideremos la importancia que tiene que «otros países admiren a tu país» frente a que «tu país te admire». Sencillamente, todo el «rollo» que se tira me parece una soplapollez.
Pau Gasol, hacia la mitad del anuncio televisivo que nos ha machacado en este paréntesis olímpico, nos «reprende», además, por no «haber entendido bien» su «filosofía de estrella»… y es, entonces, cuando nos «invita» a publicitar nuestra patria frente a los intereses individuales (de cada uno, claro), por si algunos nos volvemos un poco «locos» con el asunto de ser protagonistas de nuestras vidas. ¡Tendrá jeta el tío!
La NBA es grande (sus «negros» tienen todos más de 200 cm, de alto me refiero), es rica (sus cheques en «blanco» se anotan siempre en millones de dólares) y es un poco macarra y un poco glamourosa a la vez (como es obvio por qué, no lo explico). Sus jugadores, salidos de barrios extremos unos, universidades diversificadas otros, e importados de otros países el resto, conforman un emporio económico/deportivo, asociado inevitablemente con el país más «tocapelotas» del globo. Podríamos decir, pues, que la progresión individual de estos hombres-rana (saltan con la misma agilidad de los batracios), les lleva a ese reconocimiento social: …posteriormente, tío George presumirá de ellos y hará patria. Pau se ha dejado embaucar (bueno, el dólar siempre ha sido un febril argumento) y, ahora, imitando a sus patrones, hace las Españas desde las Américas (o algo así).
Querido Pablo (Pau), me llamó Manuel (Manel), nací en España y, como todo buen Acuario, soy un creador nato, eso sí, con mucha menos pasta y reconocimiento que tú. Dirijo un grupo de teatro en Torrevieja («Colesterol Teatro») que ha viajado por cuatro continentes, representando a España (como tú) y también (como tú) ha recibido diversos premios en algunos de esos lugares (Corea, Canadá, India, Argelia, Argentina..).
¿Sabes que me importa un huevo (o dos) que los demás países conozcan a mi país por mi talento? Mi talento es mío y mi país, al que he representado y representaré una y otra vez, ni me reconoce, ni me valora ni me paga (a ti sí, ¿verdad? -en esto nos volvemos a diferenciar-). Por eso, yo no puedo hacer anuncios televisivos como el tuyo. Ni ensalzar los valores que pretendes representar como si fueran de todos, cuando realmente son tuyos y nada más que tuyos. Entiendo que los deportistas de élite estéis agradecidos. Mi pregunta es: ¿a quién? Sois lo que sois porque la genética os empuja y el esfuerzo os moldea para el éxito (como a mi pequeño grupo torrevejense). Después, el azar y las circunstancias nos ponen a todos donde estamos. Y no hay más. O sí, y yo sólo aprecio los anuncios de Navidul porque el «pata negra» me pone más que las «comeduras de tarro» yankis que nos sueltas por la tele. Desengánchate Gasol, que lo «nuestro» (país) es el «calimotxo» (de cinco a seis y de ocho a ocho). ¿Cómo vamos a presumir de esa mezcla calorrona ante la comunidad internacional de Carla Bruni y Sarkozy? En España, Pau, el teorema de Thales: «Tanto tienes, tanto vales (gracias a dos o tres concejales)»; lo demás, ese rollo «nacionalsocialista» (con perdón) que nos sueltas todos los días en la «plasmatic tíví» de mi kely: que passamos tron, ya ves.