Después de tanta polémica con el agua, parece ser que este otoño, por fin, está siendo bastante lluvioso en toda esta zona del Mediterraneo, que tan necesitada estaba. Además, es de esa agua buena, que cae poco a poco, a veces con fuerza, pero sin hacer daño y empapando la tierra bien, como debe ser, como quieren -y necesitaban tanto- los agricultores.
Lo malo que tiene la lluvia -siempre hay una parte mala- es que desluce los actos festivos y culturales programados al aire libre. No obstante, eso se puede entender, incluso solucionar, ya que cuando la climatología no acompaña, o bien se suspende el evento, o se lleva a un lugar cubierto. Lo que ya resulta menos comprensible es que se anuncien varios actos -en ocasiones a la vez- solapados unos sobre otros y luego se adelanten, retrasen e incluso se cancelen, sin motivo, ni previo aviso.
Es posible que sea complicado programar los actos que se han de celebrar durante el trimestre y dependen de muchas personas y circunstancias, con tanta antelación, pero es que a veces hay tantos fallos que es imposible seguirlos. Cuando se intenta cubrir la programación, con el fin de informar debidamente y enmedio de las inclemencias del tiempo, encuentras que hay, por ejemplo, cuatro actos programados en una hora, por supuesto en diferentes lugares, y que el primero, que se encuentra más lejano, cuando llegas, se ha suspendido, sin avisar; vas al siguiente, bien, y el otro tienes que dejarlo a medio porque no llegas al último, pero resulta que después lo habían retrasado y… bueno, resulta todo un verdadero despropósito. Por eso es que la gente va a veces muy desorientada con todo esto de las cancelaciones y desajustes y se nos queja a nosotros que sólo somos meros transmisores del programa, sin arte ni parte alguna, pero en ocasiones muy perjudicados también con estos problemas que nos complican el trabajo.
Dejar una contestacion